Comida 'chatarra'

Nuestro columnista opina sobre la llamada ‘Ley de comida chatarra’.

Redaccion Trome

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Este Búho sigue con atención el debate que se ha generado por la llamada ‘Ley de comida chatarra’, que busca disminuir la obesidad infantil mediante el control de la publicidad que incentive el consumo de alimentos y bebidas alcohólicas con altos contenidos de azúcar, sodio y grasas saturadas. También se prohíbe que en los quioscos de los colegios se expendan estos productos a los alumnos. Se habla de los snacks, chocolates y gaseosas, muchas de ellas bastante populares porque invierten millones en publicidad. Esto ha generado un debate muy encendido. Por un lado están los miembros de la Sociedad Nacional de Industrias y de la Asociación de Radio y Televisión del Perú. Sostienen que no se puede prohibir la venta de esos productos, porque se vulnera la libertad del usuario y perjudica a empresas legales que trabajan con registros sanitarios vigentes. ‘Cómo se va a prohibir que se vendan galletas o chizitos, cuando afuera del colegio el ambulante vende las manzanas acarameladas o los sánguches sin ningún tipo de control sanitario’. Según los empresarios, esta ley puede incentivar la informalidad. Hasta monseñor Cipriani se metió a opinar sobre el tema y la criticó con su estilo frontal. En Costa Rica o Chile, esta norma se implementó y no hubo tanto escándalo como el que se arma en nuestro país. Sin embargo, pienso que aquí no se dio un debate profundo sobre el tema para que la ciudadanía tenga una cabal idea de la situación.

El consumo de comida chatarra es un problema muy grave para la niñez de todo el mundo. En los países desarrollados como Estados Unidos es tema de agenda presidencial, y la ex primera dama Hilary Clinton lidera la campaña contra el consumo de comida no saludable. Algunas instituciones infantiles emblemáticas, como Disney, han hecho eco a esa campaña y ya eliminaron el expendio de ese tipo de comida en sus locales. Este Búho tiene una hijita en una edad crucial, que es muy sensible a ese tipo de alimentación rápida. Pero desde niña le inculqué que debía comer comida sana. Desde los cuatro añitos ya comía su pescado crudo con limón, sal y pimientita, que yo le separaba cuando preparaba mis cebiches mañaneros. Veía sus dibujos animados comiendo su pescado como si fuera pop corn. Hay niños a los que no les gusta el pescado azul, que es un gran alimento que contiene Omega 3. El gobierno debería hacer campañas para promover el consumo de pescado en la niñez. No se trata solo de prohibir a la mala. ¡Estamos en una democracia y no en un gobierno militar como el de Velasco!, donde prohibían los carritos a control remoto, el monopolio o los chistes de Walt Disney. Algunos que van bien sentados en el carro del oficialismo insultan, se burlan de algunos que ponen objeciones a la ley. Está muy bien proteger a la niñez y evitar que se envenene en los colegios. Pero no es el Estado, sino nosotros, los padres, quienes debemos inculcar en nuestros hijos hábitos de comida saludable. Que en la lonchera siempre haya una fruta y un jugo natural, no embotellado. Pero ya escucho voces que hasta quieren prohibir los avisos publicitarios de productos de belleza. ¡Por favor! Hay muchos que no recuerdan los duros tiempos del gobierno militar, donde la palabra de moda era prohibir. Es fácil poner mano dura, lo más difícil es educar. Tenemos nefastos ejemplos aquí nomás, en Ecuador, con el matón Correa, en la Venezuela de Hugo Chávez, en la triste Argentina de los Kirchner, que hasta tocaron los ahorros en dólares de los gauchos. Protejamos a la niñez, pero respetando también el derecho de las personas de escoger lo que quieren llevarse a la boca. Pero eso sí, advirtiéndole que esa salchipapas o ese pollo broaster frito sabe Dios con qué aceite fueron fritos y que a la larga le pueden acarrear una enfermedad mortal. Apago el televisor.