A fines del año 2005, cuando Fernando Zevallos, ‘Lunarejo’, fue enviado a prisión por narcotráfico, una fuente de la DEA en Lima me dijo que su sucesor sería un hombre llamado Miguel Arévalo Ramírez, apodado ‘Eteco’. Me alcanzó un documento de la dirección de inteligencia de la policía peruana con todo su historial.

El nombre de Miguel Arévalo ha tomado relevancia en las últimas semanas. Según la prensa, Arévalo es investigado por ese organismo antinarcóticos junto con el congresista fujimorista Joaquín Ramírez y su tío Fidel Ramírez, principales financistas de la campaña de la candidata Keiko Fujimori.

En aquel entonces, el agente de la DEA me contó que Miguel Arévalo, al igual que ‘Lunarejo’, tenía una aerolínea que operaba en varios países de Centroamérica. Era residente estadounidense y vivía en Miami.

A inicios del 2006, el ‘Nuevo Herald’ de Miami me dio la oportunidad de colaborar con el prestigioso periodista colombiano Gerardo Reyes, entonces jefe de investigaciones de ese diario. Nos pusimos a trabajar el Caso ‘Eteco’.

Miguel Arévalo, en efecto, tenía una aerolínea llamada ‘Atlantic Airlines’ que hacía vuelos en Honduras y Nicaragua. Era propietario de treinta aeronaves y siete Boeing 737. Ambos países, por cierto, son conocidos como ‘corredores’ de la droga que se envía a Estados Unidos y Europa.

En Miami, Miguel Arévalo tenía una cadena de grifos. Todos sus empleados eran peruanos, la mayoría de ellos de Tocache, la tierra natal de ‘Eteco’. Cuando entré a uno de esos establecimientos y pregunté por él, sus ayudantes me miraron desconfiados. La casa donde vivía ‘Eteco’, ubicada en una zona exclusiva de Miami, era un verdadero palacio.

La historia de ‘Eteco’ es de película. Nació en 1964, en Tocache, el otrora emporio del narcotráfico. Su familia era modesta. Sus padres tenían una rústica panadería. Él se encargaba de vender el pan casa por casa. De repente su vida cambió.

Según el documento de inteligencia, ‘Eteco’ habría empezado a traficar desde los 16 años. Se vinculó con los narcotraficantes Héctor Soto y el colombiano Vicente Rivera Ramos, ‘Vicentico’, preso en ese país.

Varios de sus cuñados, hermanos de su esposa Magda Ruiz Fonseca, están presos por narcotráfico. El 2003 se les incautó 500 kilos de cocaína.

Cuando terminé la investigación en Miami lo llamé para entrevistarlo. Me contestó su esposa. Horas después, recibí una llamada supuestamente de Miguel Arévalo. Me citó en un centro comercial. Fuimos con Gerardo Reyes, pero nunca llegó.

El que apareció fue su abogado Guillermo Lara, quien rechazó cualquier vinculación de su cliente con el narcotráfico. Nos dijo que Arévalo era un astuto empresario que, sin haber terminado sus estudios escolares, había tenido el ingenio para identificar negocios rentables desde que tenía 18 años. Calculó su fortuna en ¡25 millones de dólares!

Hoy, 16 años después, parece que la DEA le quiere echar el guante. Nos vemos el otro martes.

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