El mar de Grau

Nuestro columnista nos da su punto de vista sobre lo que se viene con el fallo de la Corte de La Haya sobre el diferendo marítimo entre Perú y Chile.

Redaccion Trome

Más sobre:

columna-picotv

Este Búho es desconfiado. Prefiero pensar en negativo que en positivo. Entonces, si algo me sale mal, no me afecta demasiado. Y si pese a mi recelo, la cosa salió redonda, celebro el doble. Soy todo, menos confiado. Y no me ilusiono de la nada, menos si no lo tengo en mis manos. Así he conseguido muchas cosas y, hasta en lo sentimental, evité que me rompieran el corazón. Escribo esto concretamente porque mañana se hará público el fallo de La Haya, en Holanda, y si este es inexplicablemente favorable a Chile, no quiero que el Perú llore por culpa de políticos oportunistas, cuyas ambiciones con miras al 2016 les hacen perder toda perspectiva y, en vez de dar ejemplo de prudencia, pretenden apropiarse del ‘triunfo’ todavía inexistente en el tribunal internacional, para usufructuar el hipotético gozo popular solo a su favor, arrimando al actual gobierno.

De igual modo, resulta patético que, a seis años del día que el Perú presentó su reclamo ante el tribunal de La Haya (16 de enero de 2008), veamos también a un ‘candidato’ norteño, que increíblemente pretende ser Presidente del país y es dueño de una universidad, que escriba sobre el tema y se refiera a la ciudad holandesa como ‘La Halla’ (sic). Incluso, se ufana de nunca haber leído un libro. Alucinante. O que una guapa conductora de TV confunda al tribunal holandés con el fundador del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre. Una cosa es la aspiración legítima del Perú por la soberanía de sus 200 millas marítimas, vulneradas por Chile al no existir un tratado de límites, brillantemente argumentado desde hace décadas por los diplomáticos peruanos, pero otra es el circo de políticos calculadores y los bloopers televisivos que dan vergüenza ajena.

Chile es un país con mucha influencia y durante décadas logró ignorar cualquier pedido de acuerdo o conciliación con Perú y tiene aliados muy poderosos. La situación no es de ninguna manera para armar la fiesta antes del día del cumpleaños. Primera medida: No caigamos en triunfalismos y estudiemos un poco el tema. La frontera marítima nunca estuvo delimitada definitivamente y de mutuo acuerdo entre ambos países. Para Chile, los tratados de pesca de 1952 y 1954 ‘hacen insostenible la posición peruana’. Craso error, especialistas consultados por los juristas peruanos coinciden en sostener que esos acuerdos solo delimitaron zonas puntuales para la pesca entre ambas naciones y nunca fueron un tratado de fronteras definitivo.

Por esta razón, el Perú, no ahora, sino desde hace 26 años, reclama lo que le pertenece. Fue en mayo de 1986 cuando el embajador Juan Miguel Bákula Patiño efectuó un reclamo oficial al canciller chileno Jaime del Valle, acerca de la no existencia de un tratado definitivo marítimo entre los dos países. Además, hay un antecedente: En el 2012, el fallo del Tribunal de La Haya, en torno al diferendo entre Colombia y Nicaragua, por la islas San Andrés y Los Cabos, ubicadas en las costas cercanas a Nicaragua, es aleccionador. Así como Chile, Colombia sostenía que ‘históricamente’ y por un tratado con el dictador Somoza, esa zona le pertenecía. Pero La Haya falló a favor de Nicaragua, aunque dejó a Colombia la Isla San Andrés. Colombia se niega a acatar el fallo en una actitud incomprensible, pues si accedió a la mediación, debe aceptar el fallo. Esta ‘dualidad’ en la sentencia podría repetirse en el caso Perú-Chile.

Definitivamente, la línea actual que defienden los sureños deja sin mar a los pescadores de Tacna, Moquegua y Camaná. Lo más justo es la línea equidistante, defendida por nuestra diplomacia. Pero ya los chilenos han reclamado los compromisos financieros de pesca y es posible que para que no se piquen, les den algún ‘aliciente’ en materia de pesca. Al final, lo que les interesa a ellos no es tanto el mar sino los peces. Para nosotros, esta es una reivindicación por las 200 millas del mar de Miguel Grau. Apago el televisor.