Rondas urbanas

El fotógrafo Gary sostiene que hay una incapacidad de las autoridades para garantizar la seguridad ciudadana.

Redaccion Trome

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Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos pallares con pescado frito, arrocito blanco y un jugo de fresa.

“María, cuando la delincuencia sobrepasa a la autoridad, que no hace nada o muy poco frente a los delitos cometidos, la gente acaba haciendo justicia por su propia mano. Es lo que ocurrió el último jueves en el cerro ‘San Pedro’, de El Agustino. Los comerciantes de un mercado del asentamiento humano ‘7 de Octubre’ se organizaron y entre todos capturaron a un sujeto al que acusaron de seguir, con tres individuos más, a una mujer para asaltarla.

Afirmaron que el tipo al que capturaron es un ladrón conocido que forma parte de una banda que desde hace dos años le roba a todos, incluidos los mismos comerciantes, compradores, mujeres embarazadas y hasta niños. ‘A las mujeres las manosean cuando las asaltan. Les tocan sus partes íntimas al buscar la plata’, se quejó una indignada vendedora, quien aseguró que pese a sus múltiples denuncias, la policía no hace nada por detenerlos.

Los comerciantes agarraron al sujeto, le quitaron sus ropas, lo amarraron con una soga y le dieron una soberana paliza. Ensangrentado como estaba y semidesnudo, lo hicieron caminar por las calles de la zona para que todos lo vean. Solo después fue entregado a la policía. Incluso quemaron el mototaxi en que-según dicen- los rateros se desplazaban.

Fue justicia popular surgida de la indignación de la gente ante la falta de justicia. Esto no ocurrió en una alejada provincia de la sierra o la selva, donde muchas veces no hay un solo policía, sino en la capital del país que se jacta de contar con miles de agentes y cientos de patrulleros inteligentes.

La acción de los comerciantes, aunque justa y entendible, es también peligrosa porque demuestra la incapacidad de las autoridades para garantizar la seguridad. El ladrón capturado pudo morir a golpes y, entonces, estaríamos hablando de un homicidio. Repito, esta situación es originada por la falta de presencia del Estado, pues los ciudadanos tienen el derecho legítimo a defenderse.

Las rondas vecinales, las rondas campesinas y otras organizaciones populares de autodefensa han sido determinantes para combatir la delincuencia común y aún el terrorismo en ciertas zonas del país. Que la mayoría de calles de Lima esté enrejada es una muestra más de la actitud de los vecinos para hacer frente a los criminales. Mientras el Estado no cumpla con su obligación, los ciudadanos seguirán recurriendo a estos y otros mecanismos de autoprotección.

Pero si la delincuencia continúa avanzando, dando muerte a más inocentes, pueden aparecer escuadrones de la muerte para hacer frente a los criminales, como en Brasil y ahora en México, donde estados enteros se ven envueltos en una sangrienta guerra civil entre organizaciones criminales y grupos de autodefensa”. Qué miedo.

Me voy, cuídense.