Por: Katty Gines
Don Enrique, ¿cómo se siente a sus 89 años?
Me siento bien, lleno de energías y feliz.
¿Es realmente feliz?
Claro. Soy el actor que quise ser, tengo a mis hijos, mis nietos y bisnietos. ¿Qué más puedo pedir?
¿Cómo hace para mantenerse tan bien?
La verdad, no tengo secretos. Tomo mi leche con kiwicha, machica y maca, nada más. Y para la memoria, leo todos los días y memorizo largos párrafos.
¿Es verdad que es peruano por casualidad?
Nací en el Consulado del Perú en Nicaragua, cuando mis padres se refugiaban de la revolución sandinista. Mi madre dio a luz en la cama del cónsul, entonces soy peruano (ríe).
¿Cómo es que desciende de la nobleza?
Mis abuelos eran condes de Valencia, en España, durante el reinado de Alfonso XIII.
¿Y por qué desheredaron a su padre?
Mis abuelos veían a los actores como lo peor, pero mi padre decidió dejar todo por cumplir su sueño y lo admiro por eso.
¿Jamás le importó tener el título de nobleza?
No. Yo soy noble porque así es mi naturaleza y no por el título.
¿Su madre también fue actriz?
Sí. Ella era una hermosa actriz chilena, Lydia Victoria.
¿Empezó a actuar desde pequeño?
Por supuesto. Vivíamos en Antofagasta, en Chile, y llegó la compañía infantil de los Hermanos Gassols, y con mi hermana empezamos ahí.
¿Y cómo vino a vivir del todo a Perú?
En ese entonces, mi hermana y yo estábamos de gira en Lima con la compañía Gassols y quienes nos cuidaban eran los mejores amigos de mi madre, Julia Serrano y Luis García. Un día mi mamá nos envió una carta diciendo que estaba muy enferma de cáncer y no podría reunirse con nosotros porque iba a morir. Y nos dijo que sus amigos serían ahora nuestros padres adoptivos. Mamá murió y desde ese entonces nos quedamos aquí, lo recuerdo con mucho dolor.
¿Y dónde vivió en su infancia?
En el jirón Ica, donde ahora hay un cine que pasaban porno (ríe).
¿Qué le provoca nostalgia?
Mis amigos del barrio. Algunos han muerto. Éramos una patota de 14 y todos Scouts, jugábamos fútbol, box, básquet.
¿Y qué extraña de la Lima antigua?
Extraño mi jarana de los Barrios Altos, porque podía quedarme hasta el día siguiente. Ahí metían la llave en la chicha y hasta que no se termine nadie salía.
¿En qué colegio estudió?
En el San Agustín.
Leí que se puso bravo en su colegio y hasta le pegó a un cura, ¿es cierto?
Sí. Ese cura me dijo que las actrices eran prostitutas, y yo le dije que mi madre no era así. Él me dio una bofetada y yo le di una patada en ‘los que te dije’. Mis compañeros cerraron la puerta y le metí una paliza. Luego me fui a otro colegio.
¿Y dónde terminó el año escolar?
En el colegio Santa Liberata, en la Alameda de Los Descalzos, en el Rímac.
¿Cómo le dieron un trabajo en la radio?
Gané un concurso en la radio donde me llamaban ‘Enriquito Merenguito’. Eso me valió el trabajo, de título rimbombante de ‘supervisor nocturno’. En los ratos libres jugaba haciendo varias voces y el actor y locutor español José María Linares Rivas me escuchó y, cuando faltó un actor de radio teatro, me puso a mí a trabajar.
¿Y cómo se convirtió en ambulante?
Eso fue en Buenos Aires, Argentina. Ya tenía a mi primer hijo y nadie me conocía como actor, pero tenía la necesidad de mantener a mi familia, así que pinté un carrito de blanco, me puse un uniforme del mismo color y manipulaba las frutas con guantes. Luego botaron a los comerciantes, menos al peruano vestido de blanco, pues era el único limpio y educado.
Las cosas mejoraron gracias ese trabajo…
Sí. Un cliente que era actor se hizo amigo mío y al enterarse que yo también era actor, me dio una carta de recomendación a un productor y no paré de trabajar en la actuación.
¿También la hizo de payaso?
En el género de la comedia también la hice bien y me ofrecieron un trabajo como payaso con el que hice muchas girar… fue una etapa muy linda.
¿Por qué lo vetaron en Perú?
Porque no me callo por nada y defiendo mis derechos como artista. Eso me costó que los empresarios movieran influencias y no me dieran trabajo en ningún lado.
¿Y qué hacía para sobrevivir tras el veto?
Con una familia a cuestas tuve que vender el televisor, la radio y todo, menos mi máquina de escribir donde hacía libretos para poder venderlos sin mi nombre y llevar dinero para mantener a mis hijos. También subía a los micros para vender golosinas.
Un tiempo fue ateo y luego volvió a creer en Dios…
Yo sentía que mi ‘socio’ estaba conmigo, pero un día no tenía ni para el pasaje. Entré a la Iglesia y le dije: ¡Dios, ayúdame! Escuché que alguien me susurró al oído diciéndome: Aún no es el momento. Cuando llegué a mi casa, recibí una llamada donde me ofrecían trabajo por largas temporadas.
¿Su ‘socio’ lo ha sacado de graves aprietos?
Sí, me sacó de las drogas y del alcohol. Nunca más volví a recaer gracias a él.
¿Con quién vive?
Con mis hijos.
¿Y su esposa?
Murió hace 12 años.
¿Usted no es como se ve en la película, un coqueto con las mujeres?
Aunque usted no lo crea, soy muy tímido. Me cuesta acercarme a ellas.
¿A quién ama más en la vida?
A mis hijos, nietos y bisnietos.
¿Cómo fue el encuentro con Ricardo Blume y Carlos Gassols?
¡Hermoso! No fue un trabajo, porque los tres disfrutamos al máximo, la pasamos bien. La gente del Callao nos trató muy bien, nos invitaban a sus casas.
¿Qué le pareció ese contraste de la nueva generación de actores con los actores ‘peso pesados’?
Maravilloso, esos chicos son excelentes. La escena en la que Carlos va al compás del rap con el jovencito…
¿Le gusta el reggaeton?
No, paso. A mí me gustan los boleros, la música clásica y el folclore latinoamericano.
¿Qué es para usted el teatro?
En la actuación por sobre todo es el teatro, el cine es el hijo mayor que se porta bien, pero la televisión es la hija menor que se porta muy mal y se prostituye.
¿Tiene algún sueño que aún no cumple?
Seré un actor realizado cuando haga ‘Shylock’ del ‘Mercader de Venecia’ y logre la ley para los artistas peruanos.
¿Ve televisión peruana o prefiere cable?
Prefiero ver cable. La televisión peruana ya se prostituyó. Es un asco ver programas de chismes, donde las niñas bonitas solo lucen su cuerpo y no tienen nada en la cabeza.
¿Cree que hay buenos actores en Perú?
Sí, pero no les dan oportunidades. Están Sebastián Monteghirfo, Emanuel Soriano, Katerina D’Onofrio, Kareen Spano y otros.
¿Qué le parece Carlos Alcántara como actor?
Buenísimo. Además, he compartido trabajo con él.
¿Cómo quiere que lo recuerden?
Como un actor, un ser humano que luchó por los derechos de los artistas. Vivió y dejó vivir.
¿Qué piensa sobre los actores que entregaron su vida y ahora están en el olvido?
Es muy triste ver a compañeros que no tienen ni seguro, y eso porque a Alberto Fujimori borró el régimen especial, seguro, vacaciones… y de ahí tantos amigos que mueren en el abandono, o tenemos que hacer colectas entre el gremio para ayudarlos. Es por ello que lucho para que salga la ley y todos seamos respetados.
Don Enrique, un mensaje para los jóvenes que quieren ser actores…
Estudien, porque el actor tiene que ser culto. Investiguen, preparen sus voces para interpretar diversos roles. No sean solo niños bonitos, demuestren su talento.