Estadio Nacional: la tragedia que tuvo más de 300 muertos en el Perú [FOTOS GIF]

No te puedes perder está crónica de una de las mayores tragedias ocurridas durante un partido de fútbol. Ocurrió en el Estadio Nacional de Lima

Estadio Nacional: la tragedia que dejó más de 300 muertos, 52 años después. La portada del diario La Prensa.
Estadio Nacional: la tragedia que dejó más de 300 muertos, 52 años después. Una foto publicada en el diario La Prensa.
Estadio Nacional: la tragedia que dejó más de 300 muertos, 52 años después. Portada del diario La Prensa.
Portada de la prestigiosa revista argentina ‘El Gráfico’.
Víctor Melesio Vásquez Campos, ‘Negor Bomba’, el hombre que quiso atacar al árbitro uruguayo.
Estadio Nacional: la tragedia que dejó más de 300 muertos, 52 años después.

Por: Redacción Trome.pe

Hace 52 años la anulación de un gol fue el presagio de la peor tragedia ocurrida en un campo de fútbol. Y ocurrió en el Perú. Nunca antes las gradas de un estadio estadio , ni un partido de once contra once, se habían convertido en un cadalso involuntario para cientos de aficionados, entre ellos muchos niños, que buscaban escapar a la calle como sea. Una cuestionada decisión arbitral y el apaleamiento desmedido a dos hinchas, que ingresaron a la cancha para golpear al árbitro, desencadenó la ira y después el suplicio de los asistentes a un cotejo internacional entre dos selecciones de fútbol. El escenario: el Estadio Nacional de Lima, Perú.

El lanzamiento de bombas lacrimógenas de la policía a las tribunas para controlar el desborde de los apasionados fanáticos fue el detonante de la desesperación en el Estadio Nacional. Desesperación por huir y que terminó con la muerte lenta de decenas de asistentes en las escaleras de un recinto deportivo con las puertas cerradas con candado. Querían salir para respirar, para vivir, pero acabaron asfixiados, tumbados en el suelo y pisoteados por la estampida humana.

Todos no pudieron regresar a sus casas esa tarde nublada y de fina garúa que cayó el 24 de mayo de 1964. Una hecatombe que dejó más de trescientos muertos y convirtió a una ciudad en un campo de batalla a menos de un año del primer gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry. Cinco décadas después, la agonía de ese trágico e imborrable día aún sigue vigente en el corazón de los peruanos que llegaron a alentar a la selección nacional juvenil al Estadio Nacional de Lima.

El rival era la escuadra argentina y se buscaba clasificar a los Juegos Olímpicos de Tokio de aquel año. En el elenco incaico, dirigido por el brasileño Marinho Rodrigues de Oliveira, destacaban jóvenes figuras como Héctor Chumpitaz, Luis Zavala, Enrique Casaretto, Inocencio La Rosa y el chinchano Víctor ‘Kilo’ Lobatón.

El infierno se inició en las graderías.

La sensación de ahogo, ardor en los ojos e irritación en las vías respiratorias hicieron correr a los asistentes a las vías de escape. La masa humana se desesperó al encontrar las puertas cerradas en la tribuna norte. No pudieron avanzar más, el aire se acabó y la oscuridad de la muerte los envolvió. “Las puertas estaban cerradas y cuando quisimos salir nos vimos atrapados como ratas”, contó el sobreviviente Jaime Moncada Espinoza a un reportero del diario La Prensa.

En la calle, el caos siguió y se produjeron saqueos, robos e incendios. Muchos vehículos fueron incinerados y volteados. La fábrica Good Year y la tienda Sears resultaron incendiadas y atacadas a pedradas. Se escucharon disparos, el ulular de las sirenas se apoderaba del centro de Lima y las estaciones radiales informaban de decenas de muertos en el interior del Estadio Nacional hasta que la policía recuperó el control en horas de la noche.

Al día siguiente la cifra oficial de muertos arrojó 328. También fallecieron tres policías y los heridos superaron los cuatro mil. Sin embargo, algunos sostuvieron que muchos más murieron en las calles, pero esos cadáveres fueron desaparecidos.

Entre los fallecidos figuraron 15 afiliados y dos hijos de uno de ellos del sindicato general de trabajadores del Mercado Mayorista. También los universitarios Noé Alva y Elías Castañeda Bustamante, cuyo entierro fue el único con discurso en el cementerio El Ángel. El avionero de la FAP Francisco Huincha (23) además de Santiago Alva (46) y sus dos hijos Federico (22) y Ernesto (24). Su otro hijo, Hugo, de 15 años, se salvó al refugiarse en la parte alta de la tribuna Norte. El 90% de víctimas falleció por asfixia y el 10% por traumatismo, informó el hospital Dos de Mayo. El gobierno decretó siete días de duelo y se suspendió las garantías constitucionales por un mes.

La Guardia Civil acusó a militantes del Partido Comunista Peruano (PCP) de haber estado detrás de los actos vandálicos. El juez instructor Benjamín Castañeda Pilopais, después de un año de investigaciones, sindicó al ministro del Interior, Juan Languasco, de ser responsable de “una siniestra conjura para avasallar al pueblo”. Sin embargo, el único sentenciado fue el comandante Azambuja tras ser condenado a 30 meses de prisión en el cuartel El Potao. Un millón de soles fueron los daños causados durante la barbarie y se prohibió la venta de bebidas en botellas en el Estadio Nacional.

La mayoría de jugadores de la selección nacional quisieron dejar el fútbol tras la catástrofe. “Después de la tragedia me fui a mi tierra, Cañete. Quería descansar y olvidarme de todo lo que pasó, pero llegaron a buscarme para que siga jugando”, confesó Héctor Chumpitaz.

PIDIÓ VER A SACERDOTE

El árbitro Ángel Pazos nunca antes fue tan repudiado en su vida y al llegar a su país solo atinó a decir “voy a quedarme en casa una semana con mi familia y después quiero ver a un sacerdote”. ¿Se sentía culpable por la tragedia que generó al anular el gol peruano? Lo cierto es que hasta el final de sus días su versión fue la misma: “no invalidé el gol porque no existió”.

El genial escritor uruguayo Eduardo Galeano escribe en su libro ‘Fútbol a Sol y Sombra’ que “silbato en boca, el árbitro sopla los vientos de la fatalidad del destino y otorga o anula los goles”. Pazos anuló un gol y se convirtió en tirano en una tarde fúnebre. Una tarde deportiva donde se vistió de verdugo y ejecutó su poder absoluto en no cobrar un gol con gestos de ópera. Un gol que ‘Kilo’ Lobatón esperó toda su vida pero se arrepintió de haberlo realizado.

“La jugada del gol se inicia conmigo. Yo estaba cerca cuando ‘Kilo’ le puso el pie y le pegó con la planta. El árbitro cobró el gol y los argentinos Cejas y Perfumo van corriendo hacia él y lo rodean. De pronto cambia su decisión y anula el tanto. Lo atarantaron y se asustó. Si no cobraba el gol no pasaba nada, pero lo cobró”, recuerda a sus 71 años el ex capitán de aquella selección peruana y ahora empresario, Luis Zavala. El ex volante de Universitario de Deportes, que se retiró del fútbol a los 25 años, también recordó a su compañero ‘Kilo’ Lobatón como un hombre humilde, disciplinado y sano.

¿Habló con ‘Kilo’ Lobatón después del gol?-pregunto -Si claro. Sufrió un duro golpe. Le afectó lo que decían que la culpa era suya. ¿Sufrió mucho?-interrumpo. -Sí, sufrió mucho, mucho.