Las aventuras de Chotillo

Chotillo cuanta sus aventuras en Miami

Redaccion Trome

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El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso lomito al jugo con arroz blanco y rocotito molido. ‘Chatito me llamó el doctor Chotillo acabo de llegar de Miami, tengo un polito Nike para ti. Ven volando donde Felipe, Pancholón está encerrado en su casa. Clic’. María, cuando llegué, el famoso cirujano ya había abierto una botella de ron de Zacapa, 18 años. Chotillo estaba eufórico. ‘Salud, acabo de llegar de Miami, mi segundo hogar. Me gusta alojarme en un hotel de Ocean Drive, cerquita al mar, y ver a las mujeres más espectaculares del planeta haciendo topless muy tranquilas en la arena. Como sabes, para seguir siendo el doctor top en las cirugías, debo seguir asistiendo a seminarios y congresos donde van los más prestigiosos médicos. Justamente, el último fue en Miami. A la salida me paró un médico viejito. ‘Coleguita, ¿le pasaron la voz de la salidita nocturna programada para esta noche?’ Vi al tío y casi me abro, seguro lo iban a llevar al casino o a un karaoke para la tercera edad. Pero el viejito me dio la tarjeta, era el ¡Scarlett!, una sucursal estadounidense del famoso night club de Los Olivos. El local era espectacular. Frente al mar, las chicas, ni bien llegabas, te agarraban de la mano y te llevaban a una mesa. Allí se sentaban en tus piernas. Una belleza igualita a Tyra Banks fue mi anfitriona. ‘Me gustan los morochitos como tú’, me dijo. Yo estaba loco y le compré los dos tragos que me pidió. Cada uno costaba ¡20 dólares! Se puso más melosa cuando le conté que era médico. ‘Vamos a un privado. Auscúltame todita, ¡tigre!’, hablaba en una excitante mezcla de inglés y español. En el privado me bailó una danza sensual, después se me pegó toditita. El muñeco estaba que quemaba. Ella se dio cuenta y cuando la quise besar y tirarla al mueble, me paró en seco. ‘Tú no poder tocarme’, ‘mirar y dejar hacer mi trabajo’.

Como yo estaba en tragos y quería irme de avance, ella tocó un timbre y llegó un negro macetón, que era el clon de Mike Tyson. Habló un ratito con la belleza jamaiquina y llegó con un papelito. Era la cuenta. 300 dólares por la media hora que había pasado conmigo, cien dólares por aceptar tomar dos tragos conmigo y ¡200 dólares por haberse dejado aparrar! Y no había hecho nada. Pensé que Ashley se había enamorado de mí. Cuando salí vi al viejito con un hembrón que lo chapaba y dejaba que el anciano la acariciara todita. ¡Colega, se estará gastando más de 2 mil dólares con ese mujerón’, le dije. ‘Nada, sobrino. A la rubia le he dicho que soy un viudo millonario y que estoy buscando una nueva esposa. Le regalé un anillo de oro bamba, pero pega su gatazo’. Chato, me fui a mi hotel asadazo. Hasta un viejo carcamán había ganado y por goleada, pero a mí me agarraron de gil. Me emborraché de pura cólera en mi habitación y llamé a Pancholón para contarle mi historia. El emperador se mató de risa. ‘Chotillo, como dice la canción de Rubén Blades: ‘Si naciste pa’ martillo, del cielo te caen los clavos’. Ya es muy tarde para que aprendas con los calzoncitos sucios. Con billetera gruesa todo es fácil, pero recibirás caricias más falsas que las lágrimas de Farid en ‘El valor de la verdad’. Chotillo, ya perdiste. Clic”. Pucha, ese señor médico es otro sinvergüenza. Me voy, cuídense.