Cuidado con estafadores

El fotógrafo Gary nos habla sobre los casos de estafa en los que incluso llegan a tomar el nombre de Juan Pablo II.

Redaccion Trome

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sudado de chita con arroz blanco, limón, rocotito y un emoliente al tiempo. “María, los delincuentes tienen tanta imaginación que si la usaran para trabajar, podrían hacer dinero de manera honrada. Pero están tirados para el mal y no respetan nada. Un sujeto estafó al arquitecto que en 1985 acompañó al Papa Juan Pablo II cuando llegó de visita al Perú. Se presentó como un oficial de la Marina de Guerra, pidiéndole que dicte unas charlas de sus experiencias junto al Santo Padre en los días que estuvo en nuestro país. A cambio, le darían mil dólares. Pero antes le pidió 450 soles para pagar impuestos, dinero que, le aseguró, la Marina le devolvería.

El arquitecto cayó en la estafa, porque jamás imaginó que alguien sería capaz de tomar el nombre del Sumo Pontífice para cometer un delito. Grave error. Los delincuentes cada día inventan nuevas modalidades para engañar. Están los que se hacen pasar por trabajadores de Sedapal, de la luz o del teléfono, para ingresar a las casas. También están las mujeres con bebés en brazos o embarazadas que preguntan a las personas que en las mañanas barren frente a sus puertas, por alguna dirección o persona, mientras sus compinches se meten a la casa. O los que llegan a la casa con un paquete, que puede ser la caja de un televisor o algún electrodoméstico, diciendo que le ordenaron entregar el artefacto pues alguien de la familia se lo ganó en una rifa. El que abre la puerta, pierde.

Los más sinvergüenzas te palanquean la puerta de la casa de noche o madrugada, se meten armados con pistolas, golpean a los miembros de la familia y roban todo lo que pueden en media hora o cuatro horas. Igual les da, pues no le temen a la policía. Los estafadores cada vez recurren más al teléfono. Al día hacen decenas de llamadas hasta que alguien cae. Buscan sobre todo a personas de la tercera edad, a quienes engañan con el cuento del cobro de devengados. ‘Usted tiene para cobrar 50 mil soles, pero solo hay plazo hasta el mediodía. Antes de esa hora debe depositar los impuestos, que son 5 mil soles’. Si la víctima no tiene esa cantidad, piden que deposite lo que tenga a la mano a un número de cuenta que le dictan.

Las llamadas de los extorsionadores son un caso aparte. Una voz desesperada en la madrugada: ‘Mamita, soy yo, tu hijo’. ‘¿Raulito?’, contesta la víctima. ‘Sí, soy Raúl. Atropellé a una persona y me van a mandar a la cárcel. Me piden 6 mil soles. Hay que pagar ahora mismo’. Ante cualquier llamada de este tipo, hay que conservar la calma, no desesperarse y buscar la ayuda y el consejo de algún familiar, vecino de confianza o llamar a la policía. Tampoco dar ninguna información, pues los delincuentes la utilizan en el acto, como el nombre del hijo, ‘Raulito’, que la mamá les reveló”. Gary tiene razón. Me voy preocupada.