Este Búho no puede evitar sorprenderse cuando se entera que uno de los libros más vendidos, en la Feria del Libro, que se realiza en Jesús María, no es la última novela de Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, sino ‘La gran usurpación’ del congresista Omar Chehade, que como ustedes saben fue el procurador anticorrupción que trabajó en la extradición de Alberto Fujimori e integró la plancha presidencial con el cargo de segundo vicepresidente, cuando Ollanta Humala derrotó a Keiko Fujimori en las elecciones del 2011.

Pero Omar Chehade no solo fue un vicepresidente, sino que se desempeñó como abogado de Ollanta Humala en el complicado juicio por violación de los derechos humanos en la zona de emergencia de Madre Mía, donde el mandatario, en su época de militar, fue jefe de un cuartel y se hacía llamar el ‘Capitán Carlos’. Él le sabía muchas cosas al candidato con el que llegó a cultivar una amistad.

“Cuando lo veía en las reuniones en la casa de Salomón Lerner, me parecía un tipo introvertido, que hablaba poco y las pocas veces que lo hacía, volteaba inmediatamente a mirar a su esposa, como esperando de ella un gesto de aprobación”, señala Omar Chehade.

El título de su libro tiene que ver con el viraje que da Humala entre la primera y segunda vuelta de aquellas elecciones. Este columnista recuerda muy bien una escena que me dejó muy impresionado y que reflejaba el creciente poder que parecía ostentar la esposa del presidente. El 15 de junio del 2012, en una actividad pública, la primera dama preguntó por Patricia Salas, ministra de Educación, con estas palabras: “¿Dónde está mi ministra?” A lo que Salas contestó: “¡Acá estoy!”

‘LA JEFA’ Y SUS MINISTROS: Ella abusó del poder al punto que se hacía llamar ‘La jefa’ por los titulares de las diversas carteras y funcionarios del Ejecutivo. Al tiempo que decía “mis ministros” (pág. 33). “‘La jefa’ Nadine Heredia había dispuesto mi separación de la Comisión Permanente del Congreso” (pág. 198). Allí empezó el Waterloo de Omar Chehade. No solo había la decisión de que los mozos no le sirvieran ni un café o refresco, sino que en el Parlamento, la bancada nacionalista tenía órdenes de aislarlo y no darle participación en ninguna comisión. Por eso, una tarde fue a buscar al presidente del Congreso, Daniel Abugattás.

LA CONFESIÓN DE ABUGATTÁS: “Omar, Ollanta cree en ti, pero quien te ha puesto la cruz es Nadine. Ella se ha puesto fuerte con su marido, y lo ha instruido acerca de esta decisión. Ella no te quiere ni ver y desea que renuncies a la vicepresidencia” (págs. 189-190). Pero según Chehade, Ollanta todavía le daba ciertos ‘encarguitos’.

“CUÉLGATE DE LA YUGULAR DE LA CHINA”: El presidente, seguro porque no estaba su pareja, lo llamó a Palacio: “A partir de mañana, quiero que te cuelgues de la yugular de la china (Keiko Fujimori). Tú has sido el procurador que extraditó a su padre Alberto Fujimori, se enfrentó a ese gobierno. Quiero que te conviertas en su peor pesadilla” (pág. 101). Cuando todavía departía con el mandatario, este le confesaba sus tormentos, y siempre estaban relacionados con los que según él atacaban a su querida esposa.

GUERRA A MARISOL ESPINOZA: “Marisol, no va. Está decidido. Por nosotros es congresista dos veces. Vicepresidenta y presidenta de la Comisión de Presupuesto. Y ni siquiera viene a recibirme o a despedirme, cada vez que yo me voy de viaje o regreso del extranjero. Ella ya no es del partido porque ni siquiera asiste a las reuniones. ¿O en alguna oportunidad tú la ves? ¡Ya no la defiendas más!” “Cuando le pregunté, de quien había sido la idea de ponerla como candidata a la vicepresidencia del país, Ollanta me contestó que la decisión había sido de Nadine” (pág. 274).

HAY QUE ENJUICIAR A LA PRENSA: “Al entrevistarme con él (Humala), dijo que al haberse demostrado la inocencia de Nadine, había que querellar judicialmente a los medios de comunicación que, según él, habían difamado a su esposa. Con la denuncia periodística de lavado de activos” (pág. 95). Cuando Nadine tuiteó: ‘Es tan difícil caminar derecho’, nunca imaginó que el defenestrado vicepresidente iba a consumar su revancha. Bien dicen que ‘la venganza se disfruta mejor en plato frío’. Apago el televisor.

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