Jon Lee Anderson: De profesión, periodista

Nuestro columnista habla sobre Jon Lee Anderson.

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Periodista

Este Búho sabe que para lograr algo en la vida, no solo se trata de esforzarse al máximo. A veces hay que tener un poco de suerte. Mi oficio de periodista no se hubiera visto enriquecido, sino habría vivido los primeros años de mi infancia en la casa de mis abuelos maternos. Allí compartía dormitorio con mi entrañable tío Kike, que era universitario y tenía una biblioteca envidiable. Recuerdo que también compraba semanalmente una revista fenomenal: ‘Hechos mundiales’. Allí me enteraba de los horrores de las Guerras Mundiales, la bomba de Hiroshima o la barbarie en Vietnam. Leí las atrocidades de Hitler y el alucinante desembarco de Normandía. Pero eso no me hizo ser un ‘nerd’, más bien, era un pendenciero en el colegio. Hasta que conocí al escritor Ernest Hemingway, cuando viajó a Madrid para ser corresponsal de la terrible Guerra Civil Española. Allí también estuvo nuestro extraordinario poeta César Vallejo, quien inmortalizó esa terrible experiencia en su libro ‘España, aparta de mí este cáliz’. Pablo Neruda, en sus memorias, definía al enorme poeta nacido en Santiago de Chuco: ‘Vallejo era un tipo alegre, simpático, ocurrente’, y lo consideraba el mejor poeta de Latinoamérica. Su problema era cuando llegaba su mujer, esa francesa, Georgette, intratable. Pero, bueno, hablaré más de Vallejo en otra columna. Quería contarles sobre Jon Lee Anderson, un ícono del periodismo, que acaba de hacer una serie de reflexiones sobre el oficio en Arequipa. Lo mejor es que vivió y se hizo periodista en el Perú. Trabajaba en ‘The Lima Times’. Una tarde le plantearon viajar a la selva. Su experiencia fue tan alucinante que le propuso a ‘The New Yorker’ hacer una serie de artículos sobre el Perú. El hombre escribía bien y sabía de lo que hablaba. Fue su despegue. Se hizo famoso cuando el general chileno Augusto Pinochet, quien gozaba de un retiro tranquilo, a pesar de las múltiples denuncias por asesinatos de europeos durante su dictadura, le concedió tres entrevistas. Sin fotógrafos. Eran para ‘The New York Times’. Las hijas del dictador estaban felices, porque pensaban que ese artículo iba a librar a su padre de las denuncias en Europa. Cuando culminaron las charlas, Jon le dijo a su hija: ‘Faltan las fotos’. Y la ingenua señora le respondió: ‘Mi papá se va a internar en una clínica de Londres, él dice que vaya el fotógrafo, pero usted también’. Esa visita le hizo la vida a cuadritos al militar porque lo detuvieron y hasta pudieron extraditarlo a España o Francia. Después, obtuvo su primicia mundial.

Logró que el general retirado boliviano Mario Vargas Salinas le contara dónde estaba enterrado el cuerpo del mítico ‘Che’ Guevara. Tomaban café en La Paz. ‘Hermano le dijo el militar, en el ocaso de su vida yo te quería hablar de eso… El Che está enterrado debajo de la pista aérea de Valle Grande’. El viejo me dijo: ‘Esta es una bomba, guárdala’. El periodista reflexionó: “Yo le había mentido, le dije que era para mi libro… En el Lloyd Aéreo Boliviano, pensé: ‘Jon, eres un periodista. Millones quieren saber dónde enterraron al Che, y ese viejo ya se va a morir y cobró millones por matar al guerrillero’. Cuando llegó al aeropuerto ‘John F. Kennedy’, llamó al director del legendario ‘The New York Times’. ‘Tengo la pepa, el viejo me dio las coordenadas. Está debajo de un puente’. A los dos días la portada de ‘The New York Times’ parecía el ‘Granma’ cubano. La inmensa cara del Che. Cuatro páginas escritas por Jon Lee Anderson. Un tigre. La semana pasada estuvo en Arequipa. A todos los que trabajan en periodismo de investigación los conminó. ‘¡Ya no escriban lo que ya se escribió! ¡Descubran cosas nuevas, nuevas!’ Este Búho se sumerge en la vida de Anderson. El maestro aprendió a hablar español en Lima, en la época dura de Sendero. Viajó a la selva y allí cambió su vida. ‘¿Cuáles son los requisitos para ser un buen periodista?’ Y el maestro respondió: ‘Aparte de entender cómo es el oficio, pues, honestidad y conciencia social. Y, ojalá, agallas’. Anderson ha pisado más de cien países y ha vivido para contarlo. En Indonesia, a los 12 años, sufrió de cólera y lo salvaron los rezos y las hierbas de sus criadas. Jon me hace recordar al gran Joe Strummer, de The Clash. El ícono del rock, hijo de un padre diplomático que lo hizo viajar por todo el mundo. África, México, España. Cuando una guapa universitaria miró a los ojos a Jon y le espetó: ‘Ya, diga, cuándo en su vida sintió miedo’, el maestro le dijo: ‘Pretty, en la Franja de Gaza, unos terroristas me utilizaron como escudo humano. Los misiles de Israel pasaban a 3 metros de mí’. El famoso periodista también fue interrogado durante un panel en México y le pidieron que recomiende a los jóvenes estudiantes algunos libros que lo marcaron en su manera de comprender y entender la cultura latinoamericana. Estos son los libros que eligió. 1. ‘Cien años de soledad’, de Gabriel García Márquez. 2. ‘Los cachorros’, de Mario Vargas Llosa. 3. ‘Los pasos perdidos’, de Alejo Carpentier. 4. ‘El diario del Che en Bolivia’, por el ‘Che’ Ernesto Guevara. 5. ‘Historia de la conquista del Perú’, de William Prescott… Grande maestro. Apago el televisor.