Mañosos en buses

El fotógrafo Gary nos habla de los casos de acoso sexual que se producen todos los días, como el que sufrió la actriz Magaly Solier.

Redaccion Trome

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Magaly Solier

Mi amigo el fotógrafo Gary llegó al restaurante por un tacu tacu de frijoles con un lomito montado y una manzanilla calentita para bajar la grasita. “María, la denuncia hecha por la actriz Magaly Solier contra un hombre que se masturbaba detrás de ella en un bus del Metropolitano, ha puesto otra vez sobre el tapete los abusos y riesgos que sufren las mujeres, sobre todo en los transportes públicos. La noche del último lunes, una jovencita logró que sea capturado un individuo, de unos 50 años, quien también se estaba masturbando junto a ella en un bus repleto de personas.

El tipo fue conducido a la comisaría de San Isidro. Personas como estas abundan y muchas mujeres han padecido, al menos una vez, sus ultrajes. ¿Qué empuja a un hombre a cometer semejante bajeza? Como froteurismo o frotismo se llama al acto de rozar o frotar el sexo u otra parte del cuerpo con una mujer desconocida sin que esta se dé cuenta en lugares bastante concurridos, como buses, metros o conciertos. Por lo general, el sujeto prefiere tocar las nalgas y las piernas, y fantasea con que sostiene una relación sexual con su víctima durante estos frotamientos no consentidos.

Los buses llenos de gente son los lugares preferidos de estos enfermos, pues aprovechan la proximidad impuesta por el gran número de pasajeros y los movimientos del carro, sobre todo las frenadas, para sobar a sus víctimas. Además, como los vehículos se detienen en cada paradero, pueden escapar si son descubiertos. Los expertos señalan que este trastorno se da en algunos hombres bastante tímidos, con dificultades para relacionarse con mujeres, generalmente de entre 15 y 25 años. Después, la necesidad de realizar esta actividad suele decaer. Los froteuristas pueden tener pareja, e incluso llevar una vida sexual normal. O también el froteurismo puede ser la única manera de expresar su sexualidad.

Pero vemos que muchos pervertidos continúan con esta práctica pasados los 40, 50 o más años. Algunas mujeres, por lo general las más jóvenes, cuando descubren que están siendo víctimas de estos individuos, permiten que continúen por vergüenza o miedo a hacer el ridículo. Grave error. El silencio es el mejor aliado de estos enfermos que son unos cobardes y, casi siempre, huyen cuando alguien les hace frente. En Tokio y México el froteurismo se ha convertido en una práctica tan extendida que en los metros se han habilitado vagones ‘solo para mujeres’. A soluciones como esta tendremos que llegar pronto en Lima, pues parece que aumenta el número de estos enfermos que necesitan tratamiento médico, aunque me parece que no tienen cura y que, al contrario, empeoran con el tiempo”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.