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El fotógrafo Gary nos habla sobre el último escándalo del cómico Kike Suero y los casos de violencia contra la mujer.

Redaccion Trome

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tallarín saltado de carne jugosito y una jarrita con agua de cebada. “María, el nuevo escándalo protagonizado por el cómico Kike Suero nos recuerda que, en el Perú, miles de mujeres son golpeadas y humilladas por sus parejas. La cantante de cumbia Geraldine Quezada, de 22 años, lo denunció en la comisaría por agresión física y verbal. Al parecer, el cómico estaba ebrio cuando ocurrieron los hechos. Y dos horas después de salir de la delegación a la que fue llevado por el ataque, se fue a seguir tomando alcohol en la calle.

Fue grabado al lado de su ex Cecilia Carrasco, quien también lo denunció hace meses por haberla golpeado. Pero no es la primera vez que Suero se ve envuelto en un caso de violencia doméstica. El año pasado también fue acusado de agredir a la misma Geraldine Quezada cuando estaba embarazada. Ella, hoy, es madre de sus dos hijas más pequeñas. Una tiene un año y la otra apenas un mes de vida. Esa vez prometió no atacarla más, pero rompió su palabra. Es lamentable lo de Kike, quien cada cierto tiempo aparece metido en broncas y visiblemente ebrio.

Él, sin embargo, asegura que no es alcohólico y tampoco tiene problemas con las drogas. Como siempre, quienes más sufren con estas dolorosas situaciones son los hijos. Debe ser traumático para un pequeño ver a su padre no solo en un lamentable estado, sino atacando a su madre como un energúmeno. Es más, los chicos corren riesgo de también ser agredidos física y verbalmente. Las relaciones dominadas por la violencia, el miedo, las humillaciones y la falta de respeto son las llamadas ‘tóxicas’, pues hacen daño a la pareja y, por tanto, a los hijos. Lo más triste es que muchas mujeres, tal vez por baja autoestima, buscan a hombres violentos. Saben que terminarán sufriendo, y con ellas sus hijos, pero en lugar de alejarse corriendo siguen con la relación.

Una pareja jamás debe perderse el respeto. Hasta el amor puede extinguirse, pero no el respeto. Cuando comienzan los insultos, los golpes, algo se rompe y jamás podrá quedar igual. Los hijos criados en familias disfuncionales, o con solo uno de los padres, como demuestran las estadísticas, tienen más riesgos de caer en las drogas, la violencia y la delincuencia. Por eso los esposos, los convivientes, deben preservar su relación como lo más sagrado. Hay que esforzarse por cultivar el amor y el respeto a la pareja, a los hijos y eso no solo se hace hablando, sino actuando. Un padre que se emborracha, que se droga, que miente, que golpea, que insulta, ¿qué clase de hijos estará criando?” Gary tiene razón. Me voy, cuídense.