'Pancholón' en la clínica

El fotógrafo Gary nos cuenta la última de su gran amigo.

Redaccion Trome

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El Chato Matta llegó al restaurante por unos langostinos a la parrilla y un sudado de chita al estilo de Román El Pescador, de El Silencio. “María, la semana pasada te contaba que Pancholón estuvo internado en la clínica, porque le detectaron que la próstata la tiene más hinchada que una pelota de tenis. Pero eso no es todo. Los exámenes de sangre arrojaron que está volando con los triglicéridos por comer mucho chancho en caja china y tomar ron y cerveza todas las semanas. El gordito está asustado y ya no quiere ni ver a su fiel psicóloga, que hace de todo para meterse a su cuarto en la noche. Pero lo malo es que le han prohibido el ingreso por escandalosa. La semana pasada sus gritos despertaron a los pacientes y un viejito sufrió un infarto del susto.

Cuando llegué a ver a Pancho, cantaba sobre la cama otro de sus temas preferidos del maestro Cano Estremera: ‘A la boda de ella, yo no voy a poder ir, porque ella fue mi querer y me lo tiene prohibido/La boda de ella, yo me la voy a perder y pude haber sido yo quien se casara con ellaaaaa/La boda de ella tiene que ser la mejor. Necesitarás una madrina y también un padrino y un alcahuete que te cargue los anillos…’. Chato me dijo solo me queda ver películas. Pedí ‘Enmanuelle’, ‘Mandingo, un amor prohibido’ o ‘Malicia’, alguna porno, pero nada, la enfermera me puso ‘El paciente inglés’. Pensaba que era aburrida, porque estaba ambientada en el desierto del Sahara, en plena Segunda Guerra Mundial, pero nada que ver. Estuvo buenaza.

El argumento del filme que triunfó en la entrega de los Oscar presentaba un matrimonio que buscaba restos arqueológicos en África con un famoso aviador y arqueólogo, y un conde húngaro. Ellos viajan por el Sahara y el conde enamora a la bella esposa del explorador inglés. No entiendo a los cornudos, hay algunos que saben que su mujer los está engañando y se hacen los locos. No la botan, como actuaría un marido que se respeta. O como el ‘venadito’ de la película. El gil cuadraba su carro frente al hotel, donde había ingresado su mujer con el partidor y se quedaba horas, tomando una botella de trago y llorando, mientras que su esposa, arriba, aullaba de placer por las caricias del conde. Esa película me hizo recapacitar.

El partidor juega con fuego. Por ejemplo, el conde y la infiel minimizaron el peligro que significaba el marido engañado. Cuando estaban muy felices paseando en auto por el desierto, el marido engañado llegó manejando una avioneta y se lanzó en picada para estrellarse contra el auto donde estaba la pareja. En el choque, el esposo piñaza murió instantáneamente y la infiel quedó gravemente herida. Luego fallece sola en una cueva solitaria. Chato, hay que tener cuidado con las mujeres ajenas, quiero plantarme, pero no puedo, la carne es débil. Hasta la enfermera la voy a aplicar”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino de primera. Ni siquiera respeta a los demás enfermos. Me voy, cuídense.