Este Búho ve la situación de Venezuela con sentimientos encontrados. En primer lugar, con lástima, porque lo que están pasando en estos momentos los llaneros no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Están viviendo como si pelearan una guerra y estarían cercados por el enemigo, intentando sobrevivir con alucinante escasez de productos básicos, no solo de alimentos: leche, fideos, arroz, pan, carne, sino también de productos de aseo básico para los infantes como pañales, jabón y, para todo el mundo, papel higiénico.

Pero lo que ha detonado esta nueva ola de saqueos, en varios estados del país, tiene un nombre: crisis energética. La falta de electricidad, en Venezuela, no solo es culpa de Nicolás Maduro ni del terrible fenómeno de ‘El Niño’, que ha traído una sequía sin parangón en el país y ha hecho colapsar la central hidroeléctrica ‘Simón Bolívar’, que produce el 70% de la energía del país. En el 2010, el entonces presidente Hugo Chávez declaró en emergencia el sector energético y destinó miles de millones de dólares a la compra de equipos que permitan a las centrales más pequeñas suministrar energía para no saturar la planta central.

Ahora, investigaciones de una comisión de la Cámara de Diputados aseguran que ¡¡esos equipos no funcionan!! Y lo que es peor, hay indicios razonables para sostener que los miles de millones fueron derivados a otro lado, no se sabe dónde, pero uno lo puede imaginar. ¿El resultado?, la hidroeléctrica se está secando aún más con el actual fenómeno de ‘El Niño’. Si las aguas de la hidroeléctrica bajan 1.60 metros más, ¡¡*Venezuela* se quedará sin electricidad por tiempo indefinido!! Pero esto también es culpa del régimen de Nicolás Maduro, como sostiene la oposición, pues no presentó ningún plan de contingencia ante la catástrofe natural que se cernía.

Sus medidas ‘para ahorrar energía’ son brutales. En siete estados de Venezuela se corta la electricidad ocho horas diarias. Los empleados públicos solo van a trabajar los lunes y martes, de ocho a una de la tarde. Los niños no van a estudiar los viernes. ¿Se imaginan un país tropical, con las altísimas temperaturas, que no tengan luz para encender un ventilador, aire acondicionado o les falte agua?

Los venezolanos están igual que los rusos en el sitio de Stalingrado: sin luz, agua, comida, medicinas. Pese a que Caracas y, sobre todo Maracaibo, no están en el plan de racionamiento, sufrieron severos apagones. En Maracaibo, otrora rico estado petrolero, el apagón duró treinta horas y allí se iniciaron los saqueos al grito de: ‘¡¡Tenemos hambre!!’

En Caracas, en las zonas industriales, también se produjeron saqueos en horas del apagón. La paciencia y la resistencia del pueblo, ante tanto castigo de parte de este desastroso gobierno chavista, habían llegado al límite humanamente soportable. El gobierno de Venezuela nunca ha estado tan cerca de la hecatombe como hoy. Tal vez, cuando le dieron un golpe de Estado a Chávez que duró dos días, en el 2002. Nicolás Maduro es un dictador que se burla de la mayoría de congresistas a los que dice ‘diputadillos fascistas’.

Pero los legisladores piensan librarse de él mediante un referéndum. En un solo día, 600 mil ciudadanos firmaron para hacer la consulta que lo saque del poder. Nicolás Maduro está palteado, aunque intentó ponerse cínico: ‘Me voy a quedar por lo menos hasta el 2018’, anunció. Increíble. Pero el principal golpe se lo propinó un comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Nunca antes los ‘llaneros’ habían soportado la carencia de bienes y productos básicos para la alimentación y la salud, racionamiento insensible de la luz y el agua, acompañado de una profunda corrupción del gobierno en todo nivel. El incapaz mandatario ya no osó mofarse del comunicado de los obispos. ¿Cuánto daño más va a causar este impresentable a la nación del Libertador? Apago el televisor.

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