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Alemania derrotó hoy por 2-1 a Georgia, con lo que se clasifica como primero de grupo para la Eurocopa 2016, pero sufrió mucho, sobre todo a causa de las muchas ocasiones desperdiciadas que pudieron pasarle factura.

Alemania no termina de reinventarse y la falta de efectividad frente a la portería contraria sigue siendo una de las asignaturas pendientes antes de la Eurocopa 2016.

El primer tiempo terminó con marcador de 0-0 lo que resultaba increíble si se tenía en cuenta la trayectoria del partido.

Alemania había ejercido un dominio asfixiante en todos los terrenos, había llegado al área contraria y había rematado constantemente a la portería prácticamente desde las primeros minutos.

Marco Reus tuvo tres ocasiones claras de abrir el marcador a favor de Alemania, sin contar otros remates a puerta menos promisorios.

La primera en el minuto 13, con un remate desviado desde unos cinco metros de distancia. Otra, en el 31, volvió a rematar desviado desde el borde del área chica a pase de Gündogan y, seis minutos después, remató a quemarropa al cuerpo del portero tras gran pase de Özil.

Las ocasiones desaprovechadas hubo otras hubieran podido pasarle factura a Alemania en el minuto 27 cuando, como de la nada, los georgianos fabricaron una jugada de ataque que terminó en un remate de Okriashvilli que Manuel Neuer tuvo que desviar a saque de esquina.

El gol para Alemania llegó por fin en el minuto 49, a través de un penalti convertido por Thomas Müller. La pena máxima se había generado por una falta dentro del área de Kankava contra Mesut Özil.

Georgia sorprendentemente reaccionó casi de inmediato. En el 53, Neuer tuvo que exigirse para desviar a saque de esquina un disparo de Kveskveri y tras el cobro, el rebote le cayó a Kankava que marcó con una volea desde unos veinte metros.

Tras el empate, hubo una fase en la que Georgia se atrevió bastante e incluso en el minuto 59 Kverskveri tuvo el segundo en sus pies con un remate dentro del área pequeña, ante el que Neuer reaccionó con una parada increíble.

Alemania se apagó un poco ante un partido que se le complicaba después de haber tenido suficientes ocasiones para sentenciar en la primera parte.

A quince minutos del final, el seleccionador alemán Joachim Löw decidió mover el banquillo y sacó a André Schürrle dándole paso a Max Kruse.

Cuatro minutos después, Kruse justificó su presencia en el campo al marcar el segundo gol alemán con un remate dentro del área, a centro de Özil.

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