Los valores, entendidos como cualidades positivas para desarrollar una determinada actividad y nuestra personalidad, son esenciales a fin de que seamos personas de bien y que influyan positivamente en nuestra familia y la sociedad.
Valores como la honestidad, la puntualidad, la tolerancia y la solidaridad hacen de nosotros mejores personas. Hoy hablaremos de la honestidad: cualidad de honesto.
Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), implica ser decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto u honrado.
La honestidad es una cualidad que nos lleva a comportarnos con la justicia y la verdad, tal como se espera de una persona recta (severa, consigo y con los demás, en el cumplimiento de normas morales y de conducta).
Somos honestos si damos lo mejor de nosotros cuando estudiamos, si respetamos a los demás y hacemos lo que se espera de nosotros como hijos, alumnos y vecinos. También lo somos si devolvemos lo que encontramos, no hacemos trampa en los exámenes y no engañamos a los demás.
Alguien honesto también acepta cuando cometió un error, cumple con sus promesas y dice la verdad, aunque duela admitirla. Reconocer nuestras equivocaciones es también ser honesto.
Es por todo eso que en casa y nuestra escuela, fundamentalmente, se debe promover y cultivar la honestidad porque con ella seremos mejores.
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