Sepa cómo afrontar la llegada a la adolescencia de sus hijos

Aprenda a comprender esta etapa que se vive de los 12 a 17 años. No le dé
demasiada libertad, ni lo encasille en su antiguo papel de niño.

¡SOS! Mi hijo ya es un adolescente.

¡SOS! Mi hijo ya es un adolescente.

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Crianza de niños

Por: Mariela Luján

Todas las madres queremos ser lo más importante para nuestros hijos y ansiamos que siempre se dejen guiar por nosotras, pero cuando llega la adolescencia las cosas van cambiando: ya no ven a sus padres como héroes, quieren hacer cosas por sí solos y son más amigueros.

Walter Dávila, psicólogo y psicoterapeuta, afirma que es normal que el adolescente conforme va creciendo, vaya cambiando sus pensamientos, quiera afirmar su individualidad y ser independiente, pero son los progenitores los que deben ser tolerantes y comprender que todo esto es parte de su desarrollo.
“El adolescente por naturaleza es rebelde, ocurren tantos cambios en su cuerpo y su mente que lo llevan a querer experimentar nuevas cosas, el problema comienza cuando los padres no saben orientarlos o no ‘crecen’ con ellos. Es decir, le dan demasiada libertad o los siguen tratando como niños y con su actitud sobreprotectora anulan sus habilidades sociales”, alerta Dávila.

Cuando los niños no tienen libertad para explorar por sí mismos –agrega el psicólogo- se vuelven niños eternos o adolescentes mimados, tienen baja autoestima y no aprenden a expresarse de manera asertiva.

ROL DE LOS PADRES

Prohibir y poner límites, ese es el papel que deben cumplir los padres ante sus hijos adolescentes. No se trata de darles libertad absoluta, pero tampoco de restringirlos, sino de analizar las situaciones de riesgo para sus hijos e imponer su principio de autoridad. Por ejemplo, si su chico le pide permiso para ir a una fiesta donde sabe usted que estarán presente personas que no son buena influencia, debe explicarle los riesgos a los que se expondría y dar como respuesta un rotundo: ‘No’ (ahí está ejerciendo la prohibición). Si en cambio, la fiesta a la que quiere ir no representa ningún peligro puede darle permiso, pero fíjele un horario de retorno a casa que debe respetar (así ejerce su derecho de poner límites).