Cuatro amorosas patas parecen estar enamoradas de un perro labrador al que siguen a todos lados. Su dueño, Ulrike Kersjes, de Berlín, dice que se suben sobre él y juegan.
El can sobrelleva el excesivo acoso con calma y soporta a las aves, salvo cuando le quieren quitar su hueso. “Para darle un poco de paz, lo rescato y me lo llevo a otro patio”, dice Ulrike.