Por: Javier Rosado
Definitivamente es la otra cara de la moneda. Ubicado entre cerros y un enorme arenal perteneciente al distrito El Porvenir, en Trujillo, se halla el popularmente conocido como cementerio ‘La vida no vale nada’.
Esta mañana, mientras muchos visitaban otros cementerios recordando entre alegrías y tristezas, música, baile y comida, la partida de sus seres queridos al celebrar el Día de todos los Santos y en la antesala al Día de los Muertos, el panorama no es el mismo en este alejado lugar. Simplemente es: tenebroso y desolador.
Este cementerio no cuenta con pabellones ni tampoco con mausoleos, pues aquí los muertos son colocados en zanjas y enterrados con gran cantidad de arena. Una cruz con el nombre del fallecido es la única señal para saber dónde está sepultado. En estas peculiares ‘tumbas’ yacen los restos de víctimas de sicariato, otros por accidente de tránsito e incluso una mujer cuyos deudos aseguraron que murió hace varios años por brujería.
Este lugar es el cementerio para los más pobres de las zonas urbano marginales de Trujillo, cuyo primer entierro ocurrió aproximadamente más de 20 años y tendría más de tres mil 500 cuerpos enterrados. No cuenta con cerco perimétrico y tampoco vigilancia lo cual permite la llegada de drogadictos y otras personas que incluso podrían exhumar los cadáveres.