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Dean Wharmby comía diariamente hamburguesas, pizzas y emparedados de tocino. Todo ello acompañado de ocho latas de bebida energizante. No contento con ello, se inyectaba esteroides. Pronto, ese ‘coctel’ para conseguir los músculos y el cuerpo perfecto lo mandaron directamente a la muerte. El joven se convirtió en físicoculturista, pero tenía una bomba de tiempo en el hígado.

Dean Wharmby fue diagnosticado de cáncer al hígado y luchó durante cinco años y medio contra la enfermedad. Cuando murió tenía 39 años. “Hay una relación directa entre el exceso de esteroides y la muerte del señor Wharmby”, dijo la médica forense Lisa Hashmi, citada por el Daily Mail.

“La muerte de Dean y la pérdida de una vida tan joven en tales circunstancias debe enviar un mensaje muy claro para todos los fisicoculturistas. El uso de esteroides, que aparentemente es moneda corriente en todas partes, no está exento de riesgos”, explicó la doctora.

Cuando Wharmby descubrió su enfermedad abandonó su dieta y se volcó a la medicina natural, como el reiki espiritual, y en un momento llegó a tomar hasta 200 comprimidos de remedios naturales por día. También aplicó una dieta estricta, sin azúcar ni carnes.

Antes de enfermar, Dean Wharmby fue fisicoculturista durante 20 años. Llegó a entrenar a siete deportistas por día, y la energía necesaria para tanto esfuerzo la encontró en las bebidas con cafeína y una dieta hipercalórica.

Cuando los médicos descubrieron su cáncer le ofrecieron quimioterapia y un trasplante de hígado, pero él optó por la medicina natural. “Me negué desde el primer día. La razón principal por la que elegí lo natural por lo artificial fue porque quiero vivir. Yo no quiero morir”, dijo.

En el primer año, su apuesta fue un éxito y el tumor desapareció. Pero en 2013 se desplomó fuera del gimnasio donde trabajaba. En noviembre de 2014, ya estaba “conectado a cada máquina imaginable”, contó, y los médicos le dieron tres meses de vida. El tumor ya era demasiado grande para operar.

Dean Wharmby murió julio, en un hospital y sin el cuerpo deseado que siempre trabajó para ser perfecto.