Desde que nacemos, todos tenemos un nombre, pero muchas veces en casa nuestros seres queridos nos llaman de otro modo. De pronto José se convierte en Pepe, Ignacio, en Nacho e Isabel en Chabela. Según nuestra gramática, a estos nombres se les conoce con el término de hipocorísticos.
Estos son los nombres diminutivos, abreviados o infantiles que se usan de forma cariñosa, familiar o eufemística. Están siempre referidos a una modificación del nombre y no a la adopción de otro como sería un apodo.
El aprendizaje del lenguaje de los niños comienza por hipocorísticos. Es el caso de las palabras: mamá, papá y titi, entre otras.
En el caso del lenguaje familiar, se observa principalmente en la creación de los diminutivos de los nombres propios, como por ejemplo: Antonio: Toño, Toni, Antoñito. Nicolás: Niko. Federico: Kiko, Fede, entre otros.
FORMACIÓN
Se forman mediante la repetición de la misma sílaba. Prácticamente, el hipocorístico se funda en la conjugación de una consonante o grupo consonántico, una vocal o diptongo para luego repetir la sílaba así formada.
Aparte de lo establecido anteriormente, estos nombres también se forman de la siguiente manera:
Agregación de los sufijos: ito (a), illa (a), ino (a). Ejemplo: Luisillo, Carlitos, Rosita.
Eliminación de una o más sílabas: Mila, Susi, Ale.
Unión de dos nombres: JuanMa (Juan Manuel), Juanca (Juan Carlos).
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