Por: Milagros Laura
Todos estamos de acuerdo en que los golpes no son forma de educar a los niños, no solo por el dolor que se les provoca en el momento, sino porque al cometer estos abusos también estamos perjudicando su futuro.
Así alerta la psicopedagoga y psicoterapeuta del Instituto Guestalt de Lima, Isabel Ávila, quien sostiene que cuando un menor es maltratado por sus padres u otras personas, se les ocasiona serios problemas emocionales y de conducta que lo acompañarán a lo largo de su vida si no recibe ayuda psicológica.
“Un niño golpeado presentará en todas las etapas de su vida, adolescencia y adultez, incluso cuando se case, una baja autoestima, la cual expresará de diferentes maneras, convirtiéndose en agresor o buscando estar con personas que lo maltraten a él”, explica.
NIÑEZ
Un niño que ha sido violentado psicológica y físicamente será probablemente agresivo con otros de su edad. Presentará ansiedad y tendrá problemas de concentración y aprendizaje. Y, por supuesto, su autoestima estará muy disminuida, pues creerá que merece ser maltratado.
ADOLESCENCIA
En la etapa de la adolescencia, es probable que el niño golpeado tenga problemas con el alcohol o uso de otras sustancias, o se involucre en actividades violentas como el pandillaje. En el caso de jovencitas que fueron maltratadas, estas pueden caer en embarazos no deseados por buscar cariño en hombres abusivos o que no la tomen en serio.
ADULTEZ
En esta etapa, las consecuencias de la violencia sufrida en la niñez y adolescencia, se evidencian con problemas de sociabilización en el trabajo, el inicio de relaciones tormentosas y muchas veces los maltratados continúan la cadena de abuso golpeando a los
hijos y a la pareja.
¿QUÉ HACER, PAPÁS?
Si el padre o madre ha sido víctima de maltrato en su infancia debe preocuparse por recibir asistencia psicológica, para evitar llevar la violencia a su propio hogar y contra sus engreídos. Es mejor informarse por profesionales si siente que no tiene paciencia o no sabe cómo lidiar con el mal comportamiento de sus hijos. Nunca caiga en los golpes para ‘educar’.