Por: Michael Livia
El sanguito es un postre tan tradicional de nuestro país como los picarones, la mazamorra o el arroz con leche, aunque a diferencia de ellos, este dulce de antaño ha ido desapareciendo con el transcurrir de los años.
Sin embargo, hay un limeño en Carabayllo que se resiste a que la tradición quede en el olvido. Él es Félix Huayhua (60), quien por casi cuatro décadas prepara esta delicia para venderla en las calles de esta parte de la capital.
Lo encontramos caminando con su bandeja llena de este postre en la cabeza, pregonando: “¡Oiga, sanguito rico!”.
Don Félix, ya lleva cuarenta años vendiendo sanguito, ¿cómo empezó en este negocio?
Era joven, tenía 20 años y yo solía recursearme haciendo una y otra cosa. Hasta que conocí a un moreno en Barrios Altos que era un capo preparando y vendiendo este dulce. Me hice amigo de él y me enseñó todos sus trucos. Un 31 de mayo de 1976 salí por primera vez con mi bandeja en la cabeza.
¿Nunca se le ha caído la fuente al suelo?
En mis primeras semanas se me caía todo, pero eran gajes del oficio. Ahora ya tengo equilibrio.
¿Cuántos kilos lleva sobre la cabeza?
Aproximadamente 16 kilos, pero si sabes llevarlo no sientes el peso.
¿Cuánto tiempo le toma prepararlo?
Me despierto a las 6 de la mañana para empezar a preparar todo lo que voy a vender. Me toma unas dos horitas. La idea es estar listo para cuando las señoras van al mercado y los chicos, al colegio.
Con cuarenta años, debe ser muy popular en esta zona…
No sé si popular (risas), pero la gente me reconoce. Muchos niños a los que antes les vendía y me pedían adivinanzas, ahora ya son padres y pasan con sus hijos para comprarme. Esa es una sensación bonita porque hace que la tradición de consumir este dulcecito se conserve.
¿Cómo es ese juego de adivinanzas?
Yo escondo una moneda en una mano, cuando los niños se reúnen les pregunto en qué mano está y todos los que adivinan tienen su yapita. A veces también los retaba con algunos acertijos.
¿Le permitió este trabajo sacar adelante a su familia?
Sí, felizmente me ayudó a mantenerlos y darles lo que necesitaban. Tenemos nuestra casita y les di estudios profesionales gracias a este trabajo.
Si sus hijos ya están realizados, ¿qué lo empuja a seguir con la venta de sanguito?
Mi esposa y yo tenemos nuestras necesidades, y mis hijos deben dedicarse a sus familias. Mientras podamos movernos, seguiremos valiéndonos por nosotros mismos. Sin embargo, creo que me empuja la tarea de continuar con la tradición.
¿Teme que se pierda?
Sí. Como muchas tradiciones, esta tal vez también desaparezca, por eso es que yo en Lima Norte, y otros señores en otras partes de Lima, seguimos vendiendo nuestro sanguito. Tenemos parte importante de la historia de Lima sobre nuestras cabezas.