Vitito Reyes nos cuenta las mejores anécdotas del fútbol peruano.
Tengo más defectos que virtudes. Pero la lealtad es mi bandera. Misio… pero amigo. Pueden decir que soy irresponsable, desbandado, que no pago mis deudas, que me baño de vez en cuando, pero jamás te haré daño. Las bromas y la tramposería son solo una joda. En 1987, fi rmé por el CNI de Iquitos. Tenía 20 añitos y dormía solo. Mi compañero de equipo era el tío Silverio Gonzales, uno de los mejores trompeadores que ha dado el fútbol. Un día me presentó a su ‘chibola’ en la puerta del hotel donde nos concentrábamos y quería que haga hora con ella, mientras resolvía un tema con los dirigentes.
La nena era una bala de ‘calibre 45’. Te entraba por el pecho y te salía por el pulmón. Después de entrenar, iba a mi hotel a calentarme la cabeza, a destruirme mis neuronas. Yo no quería, lo juro. Pero me ganó el instinto salvaje. De día conmigo y por las noches con mi compadre. Hasta que un día, el zambo preocupado me confesó: “Está embarazada, no sé qué hacer”. La encaré y me respondió: “Quiero sacarle un sencillo nada más”. No aguanté y decidí hablar con mi causa. Tomé valor, me puse al otro lado de su cama y con las piernas que se me doblaban, le dije: “Te engaña con varios, te quiere vaciar la billetera”. Se sentó y me miró fi jamente: “Gracias”. Al rato, llamaron de la Recepción para avisarle que estaba la muchacha. Lo seguí unos pasos y, cuando la ‘bebita’ iba a darle un beso, la tomó de la cintura, la cargó, la sacó y la dejó en una acequia al costado del alojamiento. Lo salvé de fi rmar un hijo que no era suyo. Hasta hoy me lo agradece. Ser bravo no es sinónimo de ser vivo. En una noche de copas, de brindis, me contaron estas anécdotas de fútbol.
HISTORIA II
En el 2003, Paulo Autuori convocó a César Ccahuantico, que la rompía en Cienciano, a la selección para un partido con Chile. De los ‘europeos’ estaban Claudio Pizarro, Andrés Mendoza y Nolberto Solano. En el primer día de práctica, ‘Ñol’ fue el último en llegar a la Videna. El ‘Sinchi’ calladito, asustado, temeroso, mirando de reojo, estaba sentadito en un rincón del camarín. ‘Ñol’, zalamero, saludó y, al verlo, le pidió: “O’e, muchacho. Anda trae mis chimpunes”, creyendo que era ‘Pajita’ o ‘Piraña’. Le vio pepa de utilero. El ‘Cholo’ recontrahumilde le aclaró que era futbolista. El actual entrenador de Universitario se disculpó y justificó que por estar afuera, no conocía a los nuevos valores. Fue su barreta (excusa) para tremendo roche. Ese chico tranquilito, sano, ubicado y guerrero, por un error, hoy purga condena en una prisión del Cusco. Las apariencias engañan.
HISTORIA III
En el Preolímpico de 1996 de Tandil-Argentina, nos tocó el grupo de Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, donde para variar quedamos últimos. Los más rankeaditos eran Waldir Sáenz, Jesús Arizaga y Manuel Marengo, entre otros. Cuando se acabó para nosotros el torneo, el DT Freddy Ternero les dio permiso para que vayan de shopping. Los morenos, que aquí estaban en la nombrada, se mandaron a una tienda de artículos deportivos. Se probaron unos polos baratitos y preguntaron precios, cuando de pronto
aparecieron por la puerta principal unos chamacos llamados Ronaldo, Roberto Carlos y Rivaldo. El administrador del establecimiento se acercó a los peruanos, con pinta de ‘charlies’, y los invitó a salir, o sea los botaron, porque iban a cerrar solo para atender a estas estrellas mundiales, que no pedían rebajas y pagaban con tarjetas doradas. La fama es efímera.
HISTORIA IV
No seas confianzudo. El 2001, Jerry Tamashiro jugó en la MLS por el Tampa Bay, que también fichó a Carlos ‘Pibe’ Valderrama, que hizo famoso al ‘Tren’ Valencia, Valenciano, Asprilla y otros monstruos del mundo. El ‘Chino’ sudaba la camiseta solo en los partidos de práctica hasta que la diosa fortuna le dio una mano. Se lesionó la mitad del equipo y salió en la banca de suplentes en un choque oficial. Entró en el minuto 25. Corría de un lado a otro, pero no le llegaba la pelota, hasta que en una se desmarcó y el colombiano lo vio solito. El ‘Chinito’ hacía señas, levantaba las dos manos, silbaba, pero igual lo ignoró. El ‘Pibe’ prefirió patear al arco y despacito. Cuando acabó el primer tiempo y rumbo al camarín, el peruano le reclamó con educación por qué no se la pasaba. La superestrella le dio la espalda. Jerry se había enfrentado al mejor jugador del club. Cuando acabó el partido, el tío demostró toda su clase: “Tranquilo, muchacho, todo normal”. Obviamente, Tamashiro jamás volvió a estar ni en la reserva y, sinceramente, no creo que Valderrama lo haya ‘cocinado’. La pelota, testigo de miles de hechos. Históricos y también de los que te arrancan una sonrisa.