Historia nunca contadas: ‘Vladi, te mando las galletas y chocolates que te gustan’

Laura Bozzo coordinaba con Vladmiro Montesinos los ataques contra los políticos de oposición que hacía en su programa.

Laura Bozzo y su historia con Vladimiro Montesinos.

Laura Bozzo y su historia con Vladimiro Montesinos.

Por: Miguel Ramírez

HASTA AHORA NO ME OLVIDO del espectacular escote de Laura Bozzo cuando la entrevisté para preguntarle sobre las cartas que le escribía a Vladimiro Montesinos, en los tiempos en que era el todopoderoso hombre de los Servicios de Inteligencia y cuasi gobernante del país. Fue el 6 de enero del año 2002 en el hotel Park Plaza, en Miraflores. Cuando cayó el régimen fujimorista, me acerqué a Matilde Pinchi, la amiga íntima y ‘algo más’ que tuvo Montesinos, que se convirtió en colaboradora eficaz a cambio de no ir a prisión.

En esas largas charlas que tenía con ‘Mati’ en su casa de la calle Rodín, en San Borja, me contó que había entregado a la Fiscalía cuatro cartas que Laura le había escrito al ‘Doc’ entre 1999 y abril del 2000. Por supuesto, ella guardaba unas copias. Las misivas, escritas por Laura con su puño y letra, eran ‘dinamita pura’.

En ellas, la Bozzo coordinaba con Montesinos los ataques contra los políticos de oposición que hacía en su programa ‘Laura en América’, canal que entonces manejaban los Crousillat. También le escribía palabras de profuso cariño.

‘Vladimiro, te mando unos dulces para que tomes con tu manzanilla en las noches’. ‘Te mando las galletas y los chocolates que te gustan. Descansa, no trabajes mucho’, le decía preocupada. Saquen sus propias conclusiones.

El entonces director de El Comercio me dijo que debíamos entrevistar sí o sí a Laura, quien paraba en Miami. Hablé con uno de sus asesores y dos semanas después, aquel domingo 6 de enero, me llamaron: ‘Laura te espera a las 2 de la tarde’. Hacía un calor infernal aquella tarde. Laura bajó bañadita y con el escote que me dejó anonadado. ‘¿Qué trago tomamos?’, me preguntó. ‘Cuando trabajo no tomo’, le mentí’. Se rio a carcajadas: ‘No te creo, todos los periodistas son unos borrachos’.

Su soberbia y arrogancia desaparecieron cuando le saqué la primera carta. Se quedó de una pieza, fumaba nerviosa, miraba el papel de arriba abajo, hasta que habló: ‘No recuerdo esta carta. Mi letra es un poquito más redonda, más bonita’.

‘¿Pero usted la escribió?’, la interrogué. En lugar de responderme, me pidió que le mostrara todas. Cuando las terminó de leer, aquella mujer altanera que tenía respuesta rápida para todo, no sabía qué decir. Luego hizo lo que siempre hacen los bravucones: gritar, insultar. ‘Sabes, no me vas a joder por boludeces, estas son huevadas, váyanse a la m…’. El reportaje se publicó al día siguiente. Cuatro meses después, Laura fue internada con arresto domiciliario en el local de Monitor, donde pasó tres años. Nos vemos el otro martes.