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El papa Francisco hizo una sobria visita al antiguo campo nazi de exterminio de Auschwitz-Birkenau, convirtiéndose en el tercer pontífice consecutivo que visita el lugar donde las fuerzas de Hitler mataron a más de un millón de personas, la mayoría de ellos judíos.

Papa Francisco entró en el campo a pie, caminando despacio bajo el conocido arco de entrada de Auschwitz, que muestra las cínicas palabras “Arbeit Macht Frei” (“El trabajo libera”).

Entre los 11 sobrevivientes con los que el papa Francisco se reunió brevemente había una mujer de más de 90 años de edad que ayudó a mujeres prisioneras a dar a luz en Auschwitz; y otra, de 101 años de edad, que tocaba el violín en una orquesta que los nazis formaron entre los prisioneros del campo de concentración.

En el vecino campo de Birkenau, el papa Francisco se reunió con 25 polacos cristianos que salvaron a judíos durante el Holocausto, entre ellos una mujer que cuando era niña ayudaba a su madre a llevarle pan a escondidas a los judíos encerrados en el gueto de Varsovia.

El principal rabino de Polonia, Michael Schudrich, recitó en hebreo el salmo 130, que comienza con las palabras: “Desde lo profundo de mi desesperación, oh Señor, clamo por tu ayuda”.

Papa Francisco escuchó atentamente la plegaria, cabizbajo, con las manos entrelazadas.

Después de Auschwitz el papa Francisco se trasladó al cercano campo de exterminio Birkenau, donde los nazis asesinaron mecánicamente a miles de personas en cámaras de gas.

El papa Francisco oró en silencio durante más de 15 minutos antes de reunirse con varios sobrevivientes del campo, a los que saludó uno a uno estrechando su mano y besándolos en las mejillas. Después llevó un gran cirio blanco hasta el Muro de la Muerte, donde se ejecutaba a prisioneros.

El papa Francisco oró de nuevo en la oscura celda subterránea donde en su día estuvo retenido san Maximiliano Kolbe, un fraile polaco católico que sacrificó su vida durante la guerra para salvar la vida de otro hombre.

Unos pequeños rayos de sol que atravesaban una diminuta ventana eran la única luz que se veía sobre el papa Francisco, que se arrodilló durante varios minutos para rezar.

El papa Francisco fue entonces a 3 kilómetros de distancia, a Birkenau, el campo de exterminio donde los nazis asesinaron a judíos, gitanos y otros pueblos de toda Europa.

El Vaticano y las autoridades de la Iglesia polaca señalaron que el papa Francisco expresaría su pesar en silencio en el lugar, recordando a las víctimas en una plegaria y meditación silenciosa.

Pero aun así el papa Francisco expresó sus sentimientos, aunque por escrito. En el libro de invitados de Auschwitz escribió: “¡Señor, ten piedad de tu pueblo! ¡Señor, perdón por tanta crueldad!”.

El Papa Francisco tenía previsto volar desde Cracovia a Oswiecim, la pequeña localidad donde se encuentra el antiguo campo de exterminio, pero debido al mal tiempo hizo los 65 kilómetros (40 millas) por carretera.

Horas después, el papa Francisco aseguró hoy que “la crueldad no se ha terminado en Auschwitz y existe también hoy”, al referirse a que aún existe la tortura, la guerra o las cárceles superpobladas, según dijo en el discurso que pronunció ante los fieles reunidos bajó el balcón del arzobispado donde se aloja en Cracovia

El papa Francisco recordó su visita a los campos de exterminio nazi de Auschwitz-Bikernau, donde se siente el “dolor y la crueldad de hace 70 años” y se preguntó: “¿Pero es posible que nosotros los hombres seamos capaces de hacer estas cosas?.”

Y agregó: “No quiero amargaros, pero os tengo que decir la verdad. La crueldad no se ha terminado en Auschwitz. También existe hoy”.

“Hoy se tortura a la gente. Tantos prisioneros son torturados para que hablen. Es terrible. Hoy hay hombres y mujeres hacinados en las cárceles superpobladas. Viven como animales. Hoy existe aún esta crueldad”, dijo el papa Francisco.

El papa Francisco, que hablaba en italiano y un sacerdote polaco traducía para los fieles, explicó que en Auschwitz murieron ahorcados, fusilados o con el gas, pero que “en muchos lugares donde hay guerra sucede lo mismo”.

Y después les invitó a rezar “por los hombres y mujeres torturados en tantos países del mundo y por los presos hacinados como animales”.

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