Los 14 años de Trome

Nuestro columnista comenta el 14 aniversario del ‘diario papá’.

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Este Búho se detiene a observar la Sala de Redacción de Trome. Son las 7 de la noche y estamos en ‘cierre de edición’. Desde la calle llegan los bocinazos de los carros que transitan por el jirón Miró Quesada, los pitazos de algún policía que pone orden y la sirena de una ambulancia que transporta alguna tragedia. En medio de este caos están ellos: mis colegas. Imperturbables. Con la mirada clavada en el monitor y los dedos que saltan de una tecla a otra con la agilidad de una gacela, escribiendo las noticias que usted leerá al día siguiente. Los observo. Me detengo en los jovencitos. En esa nueva camada que se va cuajando en ‘el mejor oficio del mundo’, como diría el entrañable Gabriel García Márquez. Me pregunto: ¿Por qué estos muchachitos escogieron el periodismo como opción de vida? ¿Por qué insisten en un oficio que según ciertos ‘especialistas’ está a punto de extinguirse? ¿Estarán locos?

Este columnista cree que para ser periodista hay que cumplir tres requisitos indispensables: pasión, coraje y convicción. Recuerdo que cuando le anuncié a mi familia que quería ser periodista, mi padre se quedó mudo. Con el rostro transfigurado por la rabia, me miró a los ojos y gritó: ‘¡¡Te vas a morir de hambre, huevón!!’ Siempre he pensado que este oficio no sirve para hacerse millonario, si se trabaja con honestidad. Claro está, salvo para los sinvergüenzas que venden su imagen y pluma a politicastros corruptos e impresentables. Esos hacen negocios, no periodismo. En este punto podría suscribir una conmovedora confesión que hace ‘Gabo’ en su libro autobiográfico ‘Vivir para contarla’: ‘Mis padres durmieron tranquilos desde que les hice saber que en el periódico ganaba bastante para sobrevivir. No era cierto. El sueldo mensual de aprendiz no me alcanzaba para una semana’. Pero gracias al periodismo he vivido las experiencias más alucinantes que jamás imaginé. Viajar por el río Amazonas durante cinco días en la achacosa lancha ‘Henry V’. Visitar la casa de Gabriel García Márquez en Aracataca, Colombia. Estar en la primera conferencia que dio Mario Vargas Llosa en Perú, luego de recibir el Premio Nobel de Literatura en 2010. Oír las desgarradoras confesiones de soldados que participaron en la guerra con Ecuador y que ahora sufren de estrés postraumático. Comer serpientes y alacranes en una visita a Requena, casi en el límite con Brasil.

Cuando publicaba aquellas historias, mi padre era el primero que iba al quiosco por el diario y lo leía mientras tomaba una taza de café bien caliente. Era el más orgulloso. El periodismo no te llena los bolsillos, pero sí te llena el alma, el corazón. Las redacciones ya no son como hace 25 años, cuando me iniciaba en este oficio, donde el humo de los cigarrillos inundaba las oficinas y las ediciones se cerraban entre piscos y rones cerca de la medianoche. Hoy, las guerreras máquinas de escribir Remington han sido sustituidas por modernas computadoras Apple. Las libretas de apuntes por sofisticadas grabadoras. Las cámaras fotográficas a rollo por las digitales, que pueden tomar más de 20 fotos por segundo. El internet ha cambiado la manera de hacer periodismo, pero pienso que la esencia sigue siendo la misma. El periodista de raza tiene la curiosidad en su ADN. Olfatea la calle. Por eso creo que el periodismo no se puede hacer desde un escritorio, sino gastando las suelas de los zapatos. Hay que subir cerros. Pisar barro.

Parece mentira, Trome cumple 14 años y muchos jóvenes universitarios y colegas del extranjero que vienen a Lima, siguen preguntando: ¿Cuál es el secreto del éxito? Es que somos el diario en español de más ventas en el mundo. Nunca en la historia de la prensa peruana, un diario había vendido más de 700 mil ejemplares diarios. Es un fenómeno, incluso estudiado en la prestigiosa universidad de Harvard como un caso de éxito. Parado en medio de la Sala de Redacción del diario y observando a estos muchachos tan concentrados en sus notas, a ratos conversando con sus editores, quienes los guían como sus padres, entiendo que la respuesta es tan simple como obvia: pasión, coraje y convicción. De nada nos serviría el más moderno Smartphone o aparato de última generación, si no contamos buenas historias. En tiempos en que se anuncia que las Tablets vencerán al papel, Trome es un diario que se consolida con un firme crecimiento, pero a la vez trabaja con igual intensidad la parte digital. ¿Por qué? Pasión, coraje y convicción. Ahora, nada de esto sería posible sin la fidelidad de nuestros lectores. Ustedes son los tromes. Apago el televisor.