‘A los 40’

Nuestro columnista comenta el éxito de la la nueva película peruana ‘A los 40’.

Redaccion Trome

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A los 40

Este Búho aclara que no es crítico de cine ni pretende serlo. Pero ayer fui a ver ‘A los 40’, con la interrogante de saber si esta nueva producción de ‘Tondero Films’ podía rozar en nivel a la propuesta de su antecesora ‘Asu Mare’, porque en términos de asistencia y recaudación parece que será imposible repetir el fenómeno, aunque las cifras del filme de Bruno Ascenzo son, desde todo punto de vista, un éxito de taquilla. Por más que la productora haya querido asociar ‘A los 40’, como una ‘continuación o segunda parte’ de la película protagonizada por ‘Cachín’ Alcántara, al salir del cine el público se da cuenta que no tiene punto de comparación con la obra basada en la vida de un joven ‘lagartazo’ de la Unidad Mirones que quiere salir adelante contra todo, siempre con el manto sobreprotector de una madre de aquellas. Allí radicó el éxito de ‘Asu mare’ y allí está el naufragio de Ascenzo y su tripulación cuarentona y cincuentona.

Alcántara estructuró, primero, su unipersonal en base a sus intensas vivencias de sus años juveniles y luego de presentarlo muchos meses por todo el país, lo trasladó al cine. Reflejaba jocosas e hilarantes anécdotas suyas y, sobre todo, de su ‘brava’ madre que también fue padre para él y sus hermanos. Construyó un universo que no solo sintonizó con el público de barrio, sino que se universalizó a todos los estratos sociales. Total, pobres y ricos tenemos una madre que nos quiere. Ascenzo no es ‘Cachín’, ni ha vivido lo que el ex ‘Pataclaun’ y su generación, por lo que arriesgó demasiado en dirigir y también escribir el guión de su película.

El alucinante colegio nacional de Alcántara con su chonguero viaje de promoción a Naplo diseñaba nítidamente los perfiles de una mancha palomillosa. Ascenzo, al no tener ese background propio ni generacional, se inventa un colegio de señoritas donde refleja ese universo de las cuatro décadas que carece de credibilidad. No parece estatal ni exclusivo de Chaclacayo, pues algunas exalumnas llegan en Tico como Anita (sobresaliente Patricia Portocarrero, en papel de apestada). Resulta muy forzado que en ese colegio donde la directora Miss Gaby (Gabriela Velásquez), más parece auxiliar de un Cenecape del centro, hayan estudiado las ‘exitosas’ Julia Dueñas, ‘la reina de la mañana’ (Johanna San Miguel, empalagosa en los primeros diez minutos del filme caricaturizando a la Gisela Valcárcel de sus inicios en la TV), Barbie Martínez (andrógina Sofía Rocha, ‘dueña de siete empresas’) que junto a Sofía, la fotógrafa trotamundos (Gianella Neyra), recuerdan una relación lésbica adolescente, con que el director hace guiños a la ‘unión civil’ y pone la cuota ‘dramática’ ante situaciones que lindan en lo ridículo.

Esto sucede con el escándalo que hace la hija ¡argentina! de Johanna, porque esta mantiene relaciones con un chibolo amigo de su instituto, cuando ella hace encerronas en su cuarto con su novio Andrés Wiese, ¡mientras come pan con hog dog! para darle mayor inverosimilitud a una estructura narrativa y sin horizonte fijo. Se unen otras historias, como la de Francesa (Katia Condos) y su novio Luis Miguel (Carlos Alcántara). Esta pareja salva del naufragio ese reencuentro con la accidental ‘pasada de vueltas’ con un pastel de marihuana que comió Luis Miguel, peligroso dulce elaborado por su hijo y un amigo malandro. Me hizo recordar una escena de la película inglesa ‘El funeral’, cuando un pariente del muerto en plenas exequias toma de casualidad pastillas de LSD del adicto nieto del difunto. ¿Coincidencia? Lo cierto es que ‘Cachín’ inyecta una fresca dosis de humor con una performance notable y vital que termina de manera delirante, cuando nos enteramos que ¡sodomiza a una llama!

A diferencia de antaño, donde los directores apelaban a las lisuras y al lenguaje callejero para darle realismo a los personajes, en ‘A los 40’ se abusa de las palabras de grueso calibre sobre todo, de connotación sexual para sacar risas fáciles de la platea. Lo de Johanna San Miguel es exagerado y chocante. Felizmente hay muy buenas actuaciones y situaciones hilarantes que evitan que haya víctimas en este naufragio. Pasar de actuar a dirigir es ya de por sí sumamente difícil para un actor. Pasar de la actuación y dirección a la escritura, es según los entendidos algo que muy pocos pueden hacer con acierto. Antes de los 30, el director debe haberse dado cuenta perfectamente de ello. Apago el televisor.