Muhammad Ali, el más grande

Nuestro columnista habla sobre el exboxeador Muhammad Ali, quien murió a los 74 años.

Nuestro columnista habla sobre el exboxeador Muhammad Ali, quien murió a los 74 años.

Nuestro columnista habla sobre el exboxeador Muhammad Ali, quien murió a los 74 años.

Más sobre:

El Búho

,

Muhammad Ali

Este Búho se estremece con la noticia que me llega vía telefónica. ‘Búho, sabemos que tu máximo ídolo en el deporte fue Muhammad Ali. Tengo que darte una mala noticia. Acaba de fallecer a los 74 años’. Como un autómata, prendí la tele y en Netflix volví a ver el extraordinario documental ‘Muhammad Ali: a través de los ojos del mundo’, del director inglés Phil Grabsky. Como saben mis lectores, soy amante del boxeo y siempre fui devoto de una personalidad deportiva y humana como Ali. Debo reconocer que me impresionó ese documental hecho desde el punto de vista de los ingleses, que presentaban documentos históricos de todas sus peleas, incluso ‘joyitas’ de sus inicios como jovencísimo boxeador amateur. Además, muestran el testimonio de grandes estrellas que se declaran admiradores de Ali, como Richard Harris (‘Los imperdonables’, ‘Un hombre llamado caballo’), el norteamericano James Earl Jones (la inconfundible voz de Darth Vader de ‘La guerra de las galaxias’), el comediante y sempiterno presentador de los ‘Oscar’, Billy Crystal, quien es su fanático y animó la histórica ceremonia donde el boxeador fue nombrado ‘El mejor deportista del siglo XX’ por la revista ‘Sports Illustrated’. Además del testimonio de rivales como George Foreman, Henry Cooper, Jimmy Ellis y el de sus hijas y exesposas. Pero sobre todo, la riqueza del documental radica en que explora el lado menos conocido de Ali. Su transformación de Cassius Clay, el gran boxeador afroamericano que llegó a ganar el campeonato mundial de los pesos pesados, al liquidar al temible Sonny Liston. Luego se convirtió al Islam y se llamó Muhammad Ali, el defensor de los derechos de los afroamericanos junto a Martin Luther King, y opositor tenaz de la Guerra de Vietnam. Por ello sufrió las consecuencias de un gobierno que lo trató como un enemigo y no paró hasta despojarlo del título y de su licencia como boxeador por tres años larguísimos. Pero nunca callaron su voz, sus palabras que como cuchillo cortaban a una sociedad racista y discriminadora, embarcada en una guerra en tierras asiáticas, donde jóvenes pobres y afroamericanos eran obligados a pelear sin saber por qué y morían como moscas, porque eran carne de cañón.

Ali se negó a ir y lo castigaron con saña. “A mí los vietmanitas no me han hecho nada, los blancos de mi país sí. Nos esclavizaron y luego segregaron a mi madre, a mis hermanos”, afirmaba resuelto. Uno termina de ver este documental y queda convencido de que Ali tiene un lugar en la historia al lado de Martin Luther King y Nelson Mandela. Al final se ve cómo llegó a encender la antorcha olímpica en las Olimpiadas de Atlanta 1996, temblando por el terrible mal del Parkinson. En los últimos años de su vida ya ni podía caminar. Cada vez que lo veía en una ceremonia pública me sobrecogía porque él enarboló, en un deporte tan destructivo como el boxeo, y más aún en la categoría peso pesado, una increíble agilidad y velocidad, el arte de la defensa y el ataque. ‘Baila como una mariposa y pica como una avispa’, era su máxima. Repasemos su rica historia. Fue campeón olímpico en 1960 en Roma. En 1964 derrotó a Sonny Liston, el ‘Oso feo’, un exconvicto que destruía a sus rivales, también a Floyd Patterson, y ganó el campeonato mundial. Este Búho recuerda la pelea con el argentino Oscar ‘Ringo’ Bonavena. Un peleón donde el gaucho le resistió valientemente 14 rounds. En el décimoquinto, Ali lo demolió y lo tiró a la lona tres veces. Pero el inolvidable combate fue con ‘Smokin’ Joe Frazier. Su eterno rival. Fueron tres peleas, y todas espectaculares. Pero la primera fue épica. Hasta el round 15 estaba ligeramente favorable a Frazier, pese a que tenía el rostro tumefacto. Ali, consciente de que perdería el combate, arriesgó y Joe le encajó un tremendo golpe al mentón que lo mandó a la lona. Ganó Frazier. La rivalidad continuó. La segunda ganó Muhammad, pero la tercera fue descomunal. A más de 50 grados en Manila, Filipinas ¡¡a mediodía en un auditorio cerrado!! Los golpes reemplazaron a los insultos previos. En el round 14, Ali le dijo a su entrañable técnico Angelo Dundee: ‘No doy más. Esto es inhumano. Se acabó’. El técnico, desesperado, solo miró el rincón de Frazier y observó que el eterno enemigo movía la cabeza (con la cara hacia abajo), mientras su coach Eddie Futch, maldecía y se agarraba la cabeza. Dundee le agarró la cara a Ali, como si fuera a besarlo y le dijo: ‘Muhammad, solo te pido que, al sonar la campana, te pares y vayas al centro del ring. Nada más’. Como un autómata, Ali se paró y vio cómo Futch le explicaba al árbitro que Frazier se negaba a salir y sintió cómo le levantaban el brazo, sin atinar ni a sonreír. Así, dramáticamente y con el azar, Ali demostró que era el más grande. Hoy está en el Olimpo de los grandes campeones. Apago el televisor.

Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter, y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.