Navidad de los niños

Nuestro columnista habla sobre la Navidad.

Redaccion Trome

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Este Búho ama la Navidad, pero debo confesar que tengo sentimientos encontrados. Y resumo en una sola frase las diferencias entre los niños de antes y los de ahora: los de mi época creíamos en Papá Noel, los de ahora no. Lo veo cuando mi hija de frente me pide su regalo. Llego de comprarlo y le digo a mi hermana: ‘Escóndelo en el carro para que no lo vea’. Pero ella me dice: ‘¿Me compraste lo que te pedí?’ ‘Sí’. ‘Entonces quiero verlo’, y dos días antes de Nochebuena se puso a jugar con el regalo. Igual mi sobrino. En mis tiempos, nosotros hacíamos una cartita a Papá Noel pidiéndole unos regalos. Nos acostábamos a las 8 de la noche y nos levantábamos por los cohetones que parecían las bombas de la Segunda Guerra Mundial. Bajábamos de frente al arbolito. Allí estaban los regalos. La bicicleta soñada, el trencito, las pistas de carreras de autos. El ‘Tío Johnny’ nos había aleccionado, cantando la clásica canción navideña de Bing Crosby, ‘Santa Claus is coming to town’. El animador infantil la tradujo y le puso ‘Papá Noel no tardará en llegar’. ‘No debes llorar, tú debes reír, te digo el por qué/Papá Noel no tardará en llegar/Él ve si has sido bueno y sabe si no fuiste. Él ve si has sido malo, sé buenito por caridad’. Han pasado algunas décadas y la recuerdo como si fuese ayer. Hoy en los centros comerciales ponen ese mismo tema cantado por Luis Miguel, donde de acuerdo a los nuevos tiempos de terrorismo islámico e inseguridad, retratan a un Papá Noel medio siniestro. ‘Él sabe de ti/él sabe de mí/él lo sabe todo/no intentes huir. Santa Claus llegó a la ciudad’. Ahora los niños no duermen, se quedan hasta las 12 y saben que los regalos los obsequió el papá, el tío o el padrino. Y, en algunas casas, se hacen verdaderos tonazos, donde la gente bebe abundante licor y al amanecer hay broncas hasta con cuchillo y balazos. En mi barrio de Mirones, después de las 12, recorríamos las casas de nuestros amigos para desearles ‘Feliz Navidad’ a sus padres y familiares. Te recibían con tu chocolate y panetón y terminábamos empachados, pero felices. En los regalos también hay marcadas diferencias. Antes, la bicicleta y la pelota de seis paños eran los presentes más pedidos. Hoy, los chibolos piden el Smartphone más sofisticado. Han bajado las ventas de bicicletas. Solo los skate chiquitos son los preferidos de los niños de este siglo.

Nunca podré odiar la Navidad como el viejo amargado Scrooge, del clásico cuento de Charles Dickens, porque de niño fui feliz, fueron mis años maravillosos. Tenía el amor de mis padres, mi abuela, mis tíos, mi padrino. Mi barrio era una gran familia, con amigos entrañables. Un colegio bonito. Casi no había padres separados en la zona 4 de Mirones. Eran matrimonios jóvenes con ansias de superación. Mis padres de 27 años tenían su grupo con las señoras Maruja, Judy y Jesusa. Hoy, apenas hablas o conoces al vecino. Si roban en la casa del costado, la gente mira a otro lado. Hasta en las propagandas, las de antes tenían otro mensaje. Cómo olvidar el extraordinario comercial de Coca-Cola. Salía un coro de niños de todas las razas cantando ‘Quisiera darle al mundo hogar, en esta Navidad/y llenarlo de amor, en esta Navidad’. Fue pionera, porque salían niños chinos, negros, mestizos, blancos, en épocas en que estaba candente el tema de la guerra de Vietnam y los conflictos raciales en el sur de los Estados Unidos con las protestas de los negros por la segregación racial. Sé que algunos dirán que todo esto es producto ‘de la sociedad de consumo’. Que Jesús nació en un humilde pesebre. Pero no hay que ser cuadriculado. La Navidad no es lo mismo para todos. Por ejemplo, actitudes como la de políticos como el doctor de ‘las esterilizaciones forzadas’, quien va a un pueblo joven a dar regalos. Nunca lo hizo durante los años que estuvo como congresista y como él varios políticos. ¿Por qué lo hace? Pues, porque se viene una elección. Pero hay otros que sí creen en la Navidad de corazón, estas fechas hacen aflorar lo mejor de sus sentimientos. Paolo Guerrero hace eventos para los niños pobres de su barrio de Chorrillos. Ahora como está con la mediática modelo Alondra, las cámaras lo siguieron a Huaycán, donde hizo regalos a los niños que lo ovacionaron y tuvieron la mejor Navidad de su vida. Mañana continúo. Apago el televisor.