Este Búho no deja de asombrarse ante los tentáculos que tiene la organización de Gerald Oropeza, actualmente preso. Según un revelador informe de ‘Punto final’, el llamado por el ‘capo’ de la droga en Italia como ‘Tony Montana’ o ‘Grande Uomo’, pese a estar en la clandestinidad en Salinas, Ecuador, tenía la conchudez de mantener negocios paralelos a su empresa de limpieza o la presunta red de exportación de cocaína a Europa, de la que lo acusa la Fiscalía y la Policía. El reportaje ha escandalizado a todo el mundo. Gerald también tiene una empresa organizadora de eventos de primer nivel, que escenifica conciertos y festivales de música electrónica en lugares exclusivos como el Club Hebraica y la explanada del Jockey Plaza. Este columnista no pudo evitar asociar las actividades de ‘El Cangry’ de San Juan de Lurigancho con los mafiosos de la película ‘Buenos muchachos’, del genial Martin Scorsese. Todo un grupo de delincuentes, encabezados por el jefe Paulie, cayeron en la prisión estatal donde tenían TV, congeladora y los propios policías les llevaban los salames, jamón, langostas, carnes, whisky y vino. Pero también sus reportes financieros.
Oropeza era el ‘presidente del directorio’ de la empresa organizadora de eventos y poseía treinta y dos mil acciones. Otros dos sujetos, especializados en ese rubro, eran socios minoritarios y fungían de gerente general y director. El escándalo ante estas revelaciones es que la empresa donde ‘Tony’ sigue siendo el mandamás, ¡¡organizó en octubre un megaconcierto de música electrónica donde llegaron los más prestigiosos DJ extranjeros!! Ese evento fue multitudinario. ¿O sea, mientras supuestamente Gerald estaba encarcelado bajo estrictas medidas de seguridad y su empresa, cuentas y negocios congelados hasta que culmine la investigación, él estaba facturando a manos llenas en eventos masivos y ninguna autoridad o fiscal o recaudadora de impuestos pudo detectarlo? Que se investiguen con seriedad y profesionalismo todos sus negocios, que a todas luces parecen ser solo ‘lavanderías’ de dinero, según audios que mostró el programa, de cuando el hijo del asesinado candidato a la alcaldía del Apra en San Juan de Lurigancho estaba escondido en Salinas.
Allí, un indignado ‘Tony’ habla con su hombre de confianza y le increpa que en uno de sus exitosos eventos realizados por su empresa, se hizo un contrato con una compañía de cerveza por auspicios, y esta no solo no le habría pagado, según él, los ochenta mil dólares por publicidad, sino que aprovechando su caída en desgracia después del atentado al Porsche y su paso a la clandestinidad, también se habría quedado con los once mil dólares de la taquilla. Le explica a su incondicional Sulca hoy no habido ‘nosotros organizamos el evento, pagamos a los DJ, gastamos todo el dinero y ellos todavía no nos pagan nada y se agarran la taquilla que es nuestra ganancia.
Dile al ‘Chaski’ que hable con el abogado, que haga un poder y que vaya a cobrarles la plata, que vaya a exigirles el pago y que les haga chongo…’. Pero eso no es todo. Gerald confía a ciegas en el ‘Chaski’, amigo de la infancia de San Hilarión, y le da órdenes precisas para que amenace al director de la empresa para que le dé todas las facilidades para que los bancos y la cervecería deudora acepten el ‘poder que le entregaba y se haga a un costado’. Y allí termina con una frase siniestra, que lo pinta de cuerpo entero como un émulo de Al Pacino en el célebre filme de Brian De Palma. ‘Una vez que arreglemos con el banco y la cervecería, ese se muere’. Era una terrible sentencia para quienes se atreven a asociarse con individuos como él.
‘Chaski’ ahora está escondido. El reportero visitó los domicilios de sus dos ‘socios’, en Pueblo Libre y Comas, y en los dos, sendos padres de familia con los rostros blancos de miedo, informaron: ‘Mi hijo está de viaje, no voy a hablar’. El reportaje termina con un video de la fastuosa fiesta en Pachacámac, cuando cumplió años y ‘se regaló’ la presentación del afamado grupo puertorriqueño ‘Trébol Clan’. Allí, mientras le cantaban un tema, una adolescente en minifalda le bailaba un atrevido y erótico ‘perreo’ estilo chacalonero. Oropeza, lejos de corresponder a esos provocadores y pegajosos movimientos de caderas de la chibola, solo atinó, para redondear su mejor performance, a sacar un pistolón de su pantalón que puso en la cabeza de la asustada bailarina, mientras el público y el cantante gritaban ‘Cangry, pártela, pártela, pártela’. Esa ‘gracia’ le costó trescientos cincuenta mil soles, al más puro estilo ‘narco chic’. Apago el televisor.
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