Este Búho se sorprende cuando escucha la historia de vida de Pedro Pablo Kuczynski. Nacido hace 77 años, uno se lo imagina con una infancia de niño rico, en cuna de oro. Pero no es así. Su padre, Maxime Kuczynski, era un joven médico alemán de origen polaco. Este se dedicó al estudio de las enfermedades tropicales, lo que dice mucho de su espíritu altruista. Uno de los males que asolaban a las tribus selváticas era la lepra, de connotaciones bíblicas. Sus víctimas no solo eran expectoradas de sus comunidades, sino que permanecían encerradas sufriendo humillaciones y vejámenes.

El padre de PPK llegó con su familia, su esposa de ascendencia francesa-suiza, Madeleine Godard, a Iquitos para hacerse cargo del leprosorio ‘San Pablo’. Los recuerdos del futuro presidente se mantienen imborrables. “De muy niño viajé a Iquitos, ningún médico peruano quería hacerse cargo del leprosorio. Mi padre asumió el reto y lo primero que hizo fue mandar a destruir las jaulas. Los leprosos estaban en jaulas como animales. No había necesidad de tamaña crueldad, hay leprosos que tienen la enfermedad seca, ya no contagian a nadie, pero en ese tiempo había quienes querían matarlos”.

En sus diarios, el ‘Che’ Guevara quien era estudiante de medicina y recorrió con motocicleta y mochila toda Sudamérica, tiene palabras bastante elogiosas para el padre de PPK, pues llegó a conocer el leprosorio y se quedó impresionado con el trabajo desinteresado del médico. El papá del ‘Gringo’ aparece representado incluso en la película sobre la vida del ‘Che’, ‘Diarios de motocicleta’. “Mi padre no estuvo de acuerdo con el gobierno dictatorial del general Odría y algunos soplones de Iquitos vinieron a Lima y dijeron que había un médico gringo que rajaba de su gobierno. Inmediatamente llegó la orden de cesarlo en el cargo. Nos regresamos a Lima y mi padre no podía conseguir trabajo y puso un pequeño consultorio”.

Su madre, quien personalmente se encargó de la educación de él y de su hermano Miguel, cayó enferma. Para ese entonces, habían recibido una herencia de Europa. PPK estudió en el colegio Markham, pero ante el agravamiento de la enfermedad de su progenitora, fue enviado a estudiar a un internado a Inglaterra. Gracias a sus excelentes calificaciones logró ingresar becado a la exclusiva universidad inglesa de Oxford. “Yo tenía más inclinaciones literarias, pero estudié filosofía y política, después economía. Pero antes estudié música en el Royal College of Music, y después flauta y piano en el Conservatorio de Suiza”.

Chancón, PPK decidió postular a una beca en la Universidad de Princeton, USA. Ingresó con una beca a la escuela Woodrow Wilson de esa casa de estudios, en administración pública y economía. Allí preparó su doctorado y a los 22 años se recibió e ingresó a laborar al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. En 1966, el presidente Fernando Belaunde lo convocó a participar en su primer gobierno como asesor económico y luego como director del Banco Central de Reserva. Antes del golpe militar de Juan Velasco integró una misión especial que viajó a Londres para renegociar la deuda externa.

Manuel Ulloa, ministro de Hacienda, se fue de boca. “Y ustedes saben cómo era Manuel. Como el gobierno era atacado por la mayoría parlamentaria de la alianza del Apra y el odriísmo, dio una entrevista en su periódico y dijo: ‘Hemos llegado con millones de dólares para invertir en reactivar la economía’. Cuando Velasco dio el golpe de Estado, Manuel se fue al exilio. Yo me quedé y un día el presidente Velasco me mandó a llamar a Palacio. Me hizo pasar a su despacho y puso una pistola en la mesa. ‘¿Dónde está la plata?’ ‘¡Qué plata!’, le respondí. ‘¡La que trajo Ulloa de Europa, dónde está!’ Tuve que decir que iba a averiguar y por eso me dejaron salir. Tuve que irme, pero como mi nombre estaba en la lista de los que no podían salir del país, me fui por Ecuador, escondido en la maletera”.

En Estados Unidos, PPK trabajaría en el FMI y en la empresa privada, hasta que en 1980, el presidente Fernando Belaunde, quien llegó por segunda vez al poder, lo convocó nuevamente. El resto ya es historia conocida. Apago el televisor.

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