Valiente Fiorella

Nuestro columnista comenta el papel que viene cumpliendo Fiorella Nolasco en el combate contra la red mafiosa de César Álvarez.

Redaccion Trome

Este Búho se declara admirador de una joven que, a punta de golpes al corazón, se ha convertido en una gran mujer: Fiorella Nolasco, la hija del asesinado exconsejero regional de Áncash, Ezequiel Nolasco. Es una mujer valiente. Para ella, su papá no murió una, sino dos veces. La primera, cuando sicarios intentaron asesinarlo y le descerrajaron dos balazos que su recio cuerpo de obrero de construcción civil resistió increíblemente. No tuvo la misma suerte su hijastro Roberto Torres Blas, que falleció en aquel atentado. Nolasco había señalado que su vida corría peligro por denunciar la gravísima corrupción que campeaba en el gobierno regional.

Culpaba directamente a Álvarez, a quien apoyó en un inicio de su gestión, pero del que lo separaron irreconciliablemente una política de saqueo de las arcas, las licitaciones otorgadas a testaferros y la alianza con sicarios y criminales, que se encargaban de amenazar y asesinar a sus opositores. La primera vez que atentaron contra Nolasco, su hija Fiorella salió a las calles a protestar frente a la sede de la región. Lavó banderas exigiendo justicia, que investiguen el atentado contra su padre y advirtió públicamente: ‘¡Si a mi padre lo asesinan, el responsable será el presidente regional César Álvarez.

Él tiene un video donde se comprueba que hay un plan para matarlo. Ya pronto será entregado a la prensa!’. Tal vez esa amenaza aceleró el plan para silenciarlo. Su hija, lejos de acobardarse y optar por el silencio, sacó coraje y aplomo en su dolor y comenzó una lucha de hormiga ante un mamut. La prensa estaba comprada. En vez de investigar, tiraba barro al asesinado exconsejero y reproducía las burlas y los ataques de Álvarez, que ni siquiera respetaba el dolor de la familia y salía a criticar a Nolasco.

Un audio que nadie se atrevió a reproducir en Chimbote se escuchó en Lima. Era la voz del presidente regional en una reunión cerrada con su portátil, después del primer atentado, donde pronuncia estas palabras burlonas: “Nolasco se cree Superman, ja,ja,ja”. Increíble. Ninguna condena al atentado. Solo escalofriante burla. Mientras, los sicarios seguían aniquilando a cualquiera que pusiera en riesgo a la poderosa mafia enquistada en el poder. La esposa de un sicario que participó en el primer atentado y era testigo clave, se paseaba por Chimbote reclamando protección. El rostro de Hilda Saldarriaga Bracamonte estaba en todos los noticieros. Su testimonio involucraba al alcalde del Santa, que ya está tras las rejas.

Un día antes de rendir su testimonio, la mataron en su cama de siete balazos delante de sus cuatro hijos. Ni la policía, el Poder Judicial, ni la prensa se preocuparon por esclarecer esta ‘conveniente’ muerte. Exsocios, opositores, testigos, dirigentes y sicarios rivales caían en un departamento sin ley. O mejor dicho, con ‘La ley de la bestia’. La última vez que Fiorella habló con su padre, ella estaba preocupada por su seguridad. Solo al final le dijo que no tenía plata para pagar sus estudios de ingeniería. Nolasco le respondió que pida un plazo, pero se lo negaron. Estaba desilusionada cuando recibió la noticia del nuevo atentado. Pensó que podía ser una broma. La mafia no sabía lo que iba a generar al ordenar ese crimen. Fiorella se convirtió en una leona. Viajó a Lima, se presentó al Congreso apoyada por el parlamentario Modesto Julca, quien presentó en febrero al ministro del Interior la ‘lista del horror’, donde denunciaba la ola de crímenes políticos y la vinculación de Álvarez. No le hicieron caso. La fuerza de aquella veinteañera vestida de negro se hizo sentir.

Desde Lima viajaron las máximas autoridades para hacer una sesión pública. El fiscal de la Nación le pidió perdón a Áncash y a Fiorella por dejarlos abandonados. La investigación se haría en Lima. Lo demás ya es historia. El ministro ha señalado que todas las pruebas incriminan a Álvarez y a sus cómplices. Fiorella no descansa. Todavía faltan caer ‘los compadres de la bestia’, que serían los testaferros. La siguen amenazando. Pide que la justicia alcance a los cómplices en el Congreso. La universidad recién ahora le ofrece una beca. De repente Áncash perderá a una ingeniera civil y ganará una luchadora que busque justicia y bienestar para su pueblo, en el nombre del padre. Valiente con mayúsculas. Apago el televisor.