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Videojuegos

Este Búho cree, en verdad, que el destino es circular, como cantaba el gran vocalista del grupo Virus, Federico Moura. Hubo una época en mi vida, al salir del colegio, o creo que en el primer año de universidad, en aquel verano a inicios de los 80, cuando llegaron las dos primeras casas de videojuegos o ‘Pinball’, como la llamábamos en mi barrio de Mirones. A partir de allí nada fue igual. La televisión pasó a segundo plano. Hacíamos lo imposible para conseguir plata y comprar esas adoradas fichitas y llegar al local ganadores, porque allí socializabas. Llegaban las chicas más buenas del barrio, siempre con esa miradita para que les regales una fichita para jugar el legendario ‘Pacman’, ese simbolito de sonrisa feliz redondito y amarillo que tenía que ‘comerse’ a los temibles fantasmas. También ‘Asteroid’ o ese adictivo juego donde el usuario bombardeaba a unos pajarracos que lanzaban huevos. Otros más tradicionales preferían sentarse en el alucinante auto de carrera y desafiar las curvas virtuales y chocar estruendosamente.

En Estados Unidos, esos locales se llamaban ‘Arcade’ y fueron el ícono de una generación, como lo retrató este año una película que recomiendo a todos los de mi generación que crecieron con esos entrañables jueguitos en locales con música de Madonna, Tears for Fears, Billy Idol, Daryl Hall y John Oates y otras bandas ochenteras, como bien retrata el correcto director Chris Columbus, un maestro en diseccionar esas relaciones humanas entre hijos y padres separados como la recomendable ‘Haz un alto conmigo’ con Julia Roberts, Susan Sarandon y Ed Harris. Pero creo que esta última, que protagoniza Adam Sandler, gracias un guión imaginativo y a un argumento creíble, para los que vivimos esa época, basta para ya no maletear al meloso comediante. En ‘Pixeles’, la película que comento y que vi con mi hijita de 9 años, dos chibolos de doce abriles en 1982, son fanáticos de los juegos ‘Arcade’. Uno de ellos encarnado por Sandler compite en el campeonato mundial contra otro chibolo, el enanito ‘Lanzallamas’, egocéntrico y mujeriego, estelarizado por Peter ‘Juego de tronos’ Dinklage.

Pasa el tiempo y el gordito, amigo de Sandler, ¡¡es el presidente de Estados Unidos!! y su amigo un simple colocador de pantallas para videos Dota 2, porque a diferencia de antes, los niños ahora juegan en su casa. Pero un extraño ataque se desarrolla en la base militar de USA en Guam, al ver el video, el presidente norteamericano recuerda que es idéntico al de su niñez, ‘Asteroid’. Los extraterrestres están atacando a la Tierra con tácticas de videojuegos de los 80, hasta en inofensivo ‘Pacman’, el que era bueno azota Nueva York. El presidente reúne a los mejores jugadores de video de los esa década, y hasta él mismo tiene que incluirse en una batalla visual alucinante y emotiva. No cuento más para no malograrles la peli. Pero al final mi hijita, que quedó encantada con el ‘Pacman’, me dijo: ‘Pa’, ¿y en tu época no había ‘Dota 2’? Decidí sumergirme algunas mañanas en ese mundo de adolescentes adictos a este juego en línea. Los chibolos se enfrentan entre sí, escogen un héroe y se van matando inmisericordemente. El objetivo final es destruir el custodiado edificio de tu oponente, ‘Ancient’. La primera versión de este juego, que mantiene clavados en una cabina de Internet a millones de jóvenes, en todo el mundo, se realizó en el 2003.

Esa primera versión la construyó un pata anónimo, conocido con el alias de ‘Eul’, pero solo fue la prehistoria. Hoy estos juegos facturan más de 65 millones de dólares, los llamados Esports, donde se incluye el popular ‘Dota 2’. Los chiquillos, de una media entre 15 y 20 años, mandan al diablo a las pelotas de fútbol, las visitas al billar y hasta las discotecas, para estar horas de horas jugando el ‘Lol’, la ‘League of legends’ o el adictivo ‘Dota 2’. He visitado varios centros comerciales de Lima y con mis propios ojos he visto escolares tirándose la pera, hasta muchachos que van con su taper, para no perder tiempo en ir a almorzar y seguir jugando. Los jóvenes, en esas horas, se alejan de a veces la cruda realidad de los sin chamba, se convierten en ‘héroes’ y también en integrantes de un grupo terrorista más maldito que la gente de Bin Laden en ese juego donde las huestes de Hitler o las de ‘El lado oscuro’ de ‘La guerra de las galaxias’ son bebés de pecho: ‘Counter sticke’. Pero toda época tiene sus juegos y siempre algo bueno se saca de ellos. Después les seguiré contando. Apago el televisor.

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