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Las marcas son, en muchos sentidos, el reflejo de un negocio. Permiten a los clientes distinguir los productos y servicios de los competidores, ofreciendo a las PYME la posibilidad de comercializar de la manera más adecuada sus productos o servicios.

¡Emprende Trome! Los productos o servicios que ofreces en tu negocio deben ser reconocidos por un nombre y una imagen que generen un impacto en las personas, de tal forma que cuando piensen en adquirir un producto o servicio de la categoría en la que estamos, piensen primero en nosotros. La importancia de la creación de una marca está dada por el hecho de que nos permite asignar una identidad inequívoca para nuestros productos o servicios, dándonos la posibilidad de diferenciarnos y posicionarnos en el mercado.

Pero, según Daniel San Román, Gerente de Marketing Digital de ISIL, así como docente en el Campus Virtual Romero, muchos emprendedores terminan confundiendo la marca exclusivamente con el nombre del negocio o con el logotipo, cuando en realidad la marca representa un conjunto de atributos físicos y simbólicos. La marca, para San Román, es todo el concepto que engloba el producto o servicio, desde el empaque, los colores y los beneficios directos, hasta la comunicación y la experiencia de uso del producto.

LA MARCA ES TODO

Según nos explica este experto, primero debemos establecer qué producto tenemos, qué beneficios ofrece, en qué categoría estamos, qué queremos que recuerde el consumidor, qué experiencia queremos ofrecer, en términos de precio y calidad, entre otros detalles. En función a todos estos elementos debemos elaborar una paleta de nombres que sinteticen todos los valores que hemos enumerado. Posteriormente, una vez seleccionado el nombre, debemos preocuparnos de que esa marca elegida responda todas las preguntas que nos hemos hecho. Por ejemplo, si queremos desarrollar una marca de alfajores caseros, le podemos poner “Alfajores de la abuela”, pero eso nos obligará a pensar en un producto hecho con detalle, desde el empaque cálido hasta una experiencia que nos remita los postres hechos con cariño.

Muchos emprendedores elijen sus marcas en homenaje a sus padres o su familia. En algunos casos puede resultar, como ponerle “Marita” a nuestro taller de confecciones o bodega, donde no importa tanto el nombre sino los productos que ofrecemos en términos de calidad y precio. Sin embargo, si se trata de una empresa del sector tecnología, no será la mejor opción. En estos casos, recomienda San Román, cuando vamos a incursionar en una actividad especializada, analizar cómo se llaman las otras marcas, no para copiar, pero si para tener en cuenta.

Lo ideal, resume San Román, es primero pensar en el producto, porque si bien una marca ayuda a que nos recuerden, no existe nada más poderoso que un buen producto o servicio, sin importar incluso el nombre, para hacer que más gente nos prefiera respecto de la competencia. Finalmente, el verdadero valor no está en cómo nos llamamos sino en el posicionamiento que logremos en la mente de los consumidores en función de lo que ofrecemos.

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