Después de la debacle de la Guerra con Chile (1879), el Perú quedó destrozado; sin embargo con mucho esfuerzo y habilidad, y en solo 20 años, nuestro país logró levantarse de sus cenizas. En ese tiempo se generó una actitud de desarrollo, expansión y un nuevo concepto de construcción. Esto contribuyó a que se rompieran los ejes que mantenían a Lima apretada. Se derribaron las murallas y construyeron grandes avenidas. En esta coyuntura se hizo el Paseo Colón.
En 1898, durante el gobierno del presidente Nicolás de Piérola, se trazó la avenida con el nombre de 9 de diciembre que luego fue rebautizada como Paseo Colón, en honor del descubridor de América, Cristóbal Colón, cuya estatua se colocó en el lugar. El objetivo de la construcción de esta vía fue unir la avenida Grau con la avenida Alfonso Ugarte. Se trató de toda una planificación urbanística para rodear Lima con grandes arterias.
El Paseo Colón fue inaugurado recién en el año 1900 cuando Eduardo López de Romaña era presidente del Perú (1899-1903). Ahora este es un corredor vial de rica historia. Cuenta con pocas cuadras, en cuyos extremos están la Plaza Grau y la Plaza Bolognesi.
En su recorrido se encuentra el local del Museo de Arte de Lima, el local del partido político Acción Popular, el Centro de Estudios Histórico Militares, las Casas de Molina, Menchaca, Wiese, Sal y Rosas, así como la Quinta Alania y centros de educación superior.
El Paseo Colón era considerado una avenida aristocrática. Y es que al poco tiempo de inaugurada, se produjo la mudanza de las clases altas limeñas hacia los alrededores de este paseo para vivir en ‘palacetes’, casas-quinta y chalets de estilo europeo, por lo cual se convirtió rápidamente en un barrio elegante y próspero. Esta vía y los Jardines de la Exposición eran los espacios modernos de Lima.