Jueves 01 de mayo del 2025 |

Síguenos:

Viernes 28 de enero del 2011 | 07:29

Los 48 de Gisela (I)

El Búho comenta sobre el cumple y las celebraciones de la rubia conductora.

Gisela cumplió 48 años convertida en la figura más importante de la televisión peruana. Reina del rating, empresaria exitosa, millonaria, con casas en Lima y Miami, con una familia unida, con su madre, su hija Ethel y sus nietas, la “rubia” puede decir que cumplió todos sus sueños. Aunque paradójicamente, cumple años sin pareja, después de su sonado divorcio del gerente Javier Carmona. Pero la vida de Gisela no fue fácil.

Vivió en el movido barrio de El Porvenir, en La Victoria. Estudió en el colegio nacional “Teresa Gonzales de Fanning” de Jesús María. Recuerda que iba en micro lleno y tenía que defenderse de los “mañosos” con un alfiler. No destacó en los estudios, pero sí participaba en todas las actuaciones. La muchacha desarrolló un espectacular cuerpo en quinto de media y la pretendía un galán del barrio, Jorge Pozo. “Florero”, le pintó pajaritos y cuando Gisela salió embarazada, se mandó a mudar. Se vio con 17 años con una hijita, Ethel, que necesitaba pañales, leche y medicinas. Decidió trabajar para mantenerla. De día como secretaria en un local de venta de autos y, por las noches, trabajaba en “La gata caliente”, el café teatro cuyo dueño, el otoñal Jonel Heredia, se convirtió en su “protector”.

La rubia cuenta que optó por dedicarse completamente al espectáculo porque llegaba de amanecida a su casa y no podía levantarse temprano. Pero en los veranos tenía otra actividad: “Me iba al mercado y compraba pechugas, y preparaba pan con pollo. Me ponía mi shorcito, un polito arriba del ombligo, mis zapatillas, una gorra y lentes. Por todas las playas de la Costa Verde, Barranquito, Los Pavos”, recuerda. Pero tenía una meta: ser bailarina en la televisión. Los cafés teatro eran la puerta que permitía a las jóvenes de buenos cuerpos y bonito rostro ingresar a la TV.

Por esa época, andaba de romance con un ciudadano italiano Tino Moroni , que iba, noche a noche, a verla bailar en el café teatro y se la llevaba en su carro a su casa. Una noche, después de la función de la obra “Calígula”, se le acercó un productor de Canal 5: “Quiero que bailes en un nuevo programa musical”. Pero no se quedó de bailarina, pidió la oportunidad de participar en sketches cómicos del programa “Yo te mato Fortunato”. Recuerdo que su “padrino” periodístico fue el gran Guido Monteverde. Con su ojo clínico la “pampeaba” todos los días en su columna “Antipasto gagá”. “La nikísima, superchurrísima Gisela Valcárcel está dando la hora en los cafés teatro y en la revista musical. Apúntenle la placa”.

La bailarina quería ser famosa y no dudó en desnudarse en pleno invierno en la avenida Tacna en “hora punta”, 5 de la tarde, a pedido del fotógrafo de “Caretas”. 1985. Su corazón ya había cambiado de dueño, el ex futbolista Enrique “Loco” Cassaretto, mucho mayor que ella, era su nueva pareja. La prensa del espectáculo les sacaba en cara la diferencia de edades. Duraron un año y medio. Tras la ruptura, llegó a Lima el sonero Oscar D’León. Un paparazzi les tomó una foto besándose en el aeropuerto. Oscar confesó que tuvo un romance, pero ella lo niega. El asunto es que su relación con el músico la hizo inmensamente popular. Ya faltaba poco para el despegue definitivo. Año 1987. Me quedé corto. Mañana continúo. Apago el televisor.