Estaba encapuchado y le disparó en la cara cuando hacía lavar su carro en un taller.
Eran las 8:20 de la mañana y sonó su celular. “¿Dónde estás?”, le preguntaron. “Lavando mi auto”, respondió al dar la dirección, sin saber que se colocaba en la mira de su verdugo. Luego de diez minutos, Vidal Cárdenas Ruiz (40), nieto del narcotraficante Guillermo Cárdenas Dávila, “Mosca loca”, se asomó a la calle, donde un sicario lo mató de un balazo en la cara, en San Martín de Porres..
Testigo del crimen fue Armando Herrera, quien contó que Vidal llegó a su taller de lavado de autos, en el lote 21, Mz. A, avenida Canta Callao, asociación “Los Jardines de Naranjal”, a bordo de la camioneta Suzuki, Gran Vitara, guinda, de placa A1K-438, con lunas polarizadas.
“Le dije: “Jefecito, hoy es mi último día en este local”, y me pidió una tarjeta para ubicarme. Me dijo que compraba y vendía carros en Pro y Los Olivos. Al ratito, lo llamaron”, refirió.
Agregó que “a los 10 minutos, salió y fue allí que se le acercó un tipo moreno, de 23 a 25 años, con gorra, capucha y pantalón negros. Ese sujeto le disparó”.
El pistolero huyó caminando con dirección a la avenida Los Alisos, mientras que la víctima murió sobre el pavimento.
Al lugar llegaron detectives de la Divincri Los Olivos, quienes recolectaron evidencias. Hoy visualizarán la cámara de seguridad de un hostal ubicado al lado, pues habría grabado al asesino. “Tiene antecedentes por tráfico de drogas. Parece un ajuste de cuentas”, dijeron.
Peritos de Criminalística indicaron que el proyectil ingresó por el pómulo derecho y salió por la región occipital. El móvil no fue el robo, pues en la billetera del occiso habían 2 mil 800 soles, mil 500 dólares y diversos papeles.
Fuentes policiales acotaron que la camioneta Suzuki estaba a nombre de Miriam Farías, quien dijo no conocer a Vidal.
Según se supo, en enero del 2009, Vidal Cárdenas, que estaba preso en el penal de Lurigancho, fue indultado por razones humanitarias, pues tenía “bronquiectasia”, enfermedad crónica que ataca los bronquios.
FAMILIARES
También llegó su primera esposa, con quien tenía dos hijos, de 14 y 16 años. Margot, hermana del desafortunado, estaba con ella. Ambas lloraron arrodilladas. “¡Me quiero morir! Él era buen padre, esto no se va a quedar así. Ese maldito la va a pagar”.
Después llegó Ana María Bellido, la segunda pareja, con quien también tuvo dos hijos. “Fue acusado de varios delitos, pero salió absuelto en todos. Pese a eso, la policía lo extorsionaba. Una vez lo secuestraron tres o cuatro días”, detalló. Su padre, Alejandro Cárdenas, también irrumpió en llanto.