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Martes 31 de julio del 2012 | 08:50

'The Truman show'

El “Búho” recomienda a la gente buscarla en DVD o en el cable.

Este Búho no se sorprende de los programas televisivos que se orientan a presentar, cada vez con mayor variedad, realitys donde la gente común o los famosos salen a desnudar sus grandezas o miserias. En el cable abundan, desde los realitys de MTV donde por dinero grupos de jóvenes conviven y demuestran toda su incultura, vulgaridad, ambición y falta de escrúpulos con tal de salir ganadores y llevarse varios miles de dólares que los sacarán de sus vidas de “lagartazos”.

La “Casa de Magaly” es un convento en comparación con este bodrio. Pero no solo ellos. Famosos, millonarios como el bajista de Kiss, Gene Simmons, calatea su hogar presentando a su esposa, una calabaza ex conejita “Playboy” y a sus dos engreídos, en sus chanchullos íntimos. Ni qué decir de la descerebrada Kim Kardashian o “ruquitas” de Los Ángeles, quienes engatusan a millones con su casa de “Playboy” con el cuento que las tres son pareja y duermen junto a Hugh “Matusalén” Hefner, el dueño de la revista y la mansión. Por eso no me extraña ni me sorprende que si esas producciones millonarias contratan a personajes tan famosos para atraer el morbo y el afán chismoso del ciudadano común, que trabaja hasta las cinco y lo primero que hace es sacarse los zapatos como Al Bundy u Homero Simpson, se derrumba en el sofá y agarra el control de TV como una extensión de sus obligaciones, en el Perú salga Susy Díaz a sacar sus trapitos al aire como buena representante de un país tercermundista. Neuronalmente no hay mucha diferencia entre la ex congresista y la socielite Kim, quien estuvo solo algunas horas casada con un basquetbolista famoso solo para levantar el rating de su reality.

Todos estos supuestos realitys de vidas privadas, presentadas en medios tan masivos y globalizados, como el cable, se quedan chiquitos con una película que fue de las pioneras en explotar este tema. “The Truman show”, una notable producción del australiano Peter “Mad Max” Weir que fue injustamente relegada en los premios Oscar, pese a que arrasó con los Globos de Oro y los Bafta.

Ese filme también descubrió la faceta dramática de Jim Carrey, que abarcó a Truman Burbank. Su historia es alucinante. El productor de televisión Christo (extraordinario Ed Harris) decide romper los récord de rating del mundo produciendo la vida de un individuo desde que está en el vientre materno. Ese es Truman. El programa presenta la vida en vivo con miles de cámaras que presentan todos los aspectos de la vida del personaje. Su niñez, su adolescencia. Su primer amor. Pero todo es ficticio. Los millones de espectadores lo saben, igual que los centenares de técnicos, actores, extras que trabajan en esa ciudad construida llamada “Sea Haven”. Todos, absolutamente todos, menos Truman.

Este mundo ficticio estuvo muchas veces a punto de derrumbarse. Como el día en que en el baile de graduación Truman se enamora de una extra Silvia y no Meryl, la actriz que estaba destinada a ser su esposa. O cuando el padre de Truman se vuelve alcohólico y deciden sacarlo de la serie fingiendo un naufragio. Allí Christo decide matar dos pájaros de un tiro. Se deshace del actor problemático y trauma al protagonista con el miedo al mar para que nunca pueda escapar. Años después, cuando la esposa de Truman renuncia a la serie, porque su esposo la acosa con preguntas comprometedoras, Christo “resucita” al padre del héroe de la serie. La teleaudiencia llora enternecida en japonés, inglés o ruso y los rating se disparan. Solo cuando está casado y ve lo rutinario y repetitivo de su día a día, Truman comienza a darse cuenta que algo anda mal y al final, cercado por los engaños y la vida falsa, decide escapar. No les cuento más y la recomiendo a buscarla en DVD o en el cable. Apago el televisor.